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Inca

Pariacaca

Dios de la lluvia

Ilustración de Xtianvargas

Pariacaca, mitología inca

Dentro de la mitología inca, Pariacaca era el dios de las lluvias y del agua. Dado que la cultura inca dependía en gran medida de factores naturales para su subsistencia, pues su alimentación se basaba principalmente en la agricultura, Pariacaca era uno de los dioses más importantes dentro del panteón de esta cultura. Según se cuenta, este nació de un pájaro y luego se transformó en Colash. Una vez, mientras se encontraba en el mundo de los dioses, descubrió a un hombre que estaba llorando a la orilla del mar. Al ver esto, bajó desde lo alto y se acercó al hombre para preguntarle qué le pasaba. Este le respondió que él y su gente habían sido amenazados por Huallallo, el dios del fuego, quien había jurado que los quemaría a todos y a sus tierras sino le hacían sacrificios humanos, pues estaba cansado de que le ofrendaran perros. Conmovido por la historia, Pariacaca se enfrentó a Huallallo. Tras una gran batalla, Pariacaca se levantó como el vencedor luego de que lograra apagar las bolas de fuego de su oponente lanzándoles lluvias torrenciales. Derrotado, Huallallo fue desterrado y se le condenó a comer perros por el resto de la eternidad. Mientras tanto, Pariacaca se convirtió en una de los principales dioses de la región.

En la actualidad, hay un nevado que lleva el nombre de Pariacaca, ubicado en la cordillera de los Andes, entre los departamentos de Junín y Lima. Al pie de este, se encuentra un templo dedicado al dios de la lluvia. Y es que, según cuenta otra versión del mito, Pariacaca luchó contra Huallallo, quien tenía la forma de una montaña coronada por nieve. Con la fuerza de sus lluvias, Pariacaca logró quitarle la nieve y eso significó que había ganado la batalla. Algunos autores han visto en ambos mitos, un relato que habla acerca de cómo un volcán (Huallallo) fue calmado gracias a la acción de la lluvia (Pariacaca).

Inca

Mascapaicha

Simbolismo de la mascapaicha

Elemaki [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons

Simbolismo de la Mascapaicha

La mascapaicha, también conocida como maskaypacha, era la corona que llevaba el rey del Imperio Inca. Llevar esta corona significaba, pues, ser el Sapa Inca, el Inca del Tahuantinsuyo (las cuatro regiones del Imperio Inca) y gobernador del Cusco, capital del imperio. Según señala el historiador Max Uhle, la etimología de este término proviene de los vocablos paicha, que se traduciría como “borla”, y masca, un término proveniente de las primeras naciones quechuas que dominó Manco Capac. Por lo tanto, se cree que la mascapaicha fue utilizada durante los primeros años en los que se fundó la nación incaica, alrededor del siglo XII.

La mascapaicha, que también era conocida como Llautu o Borla del Inca, consistía en un cordón con un tejido de entre 16 y 32 hilos, cada uno de los cuales tenía el grosor de un dedo. De esta manera, el cordón le daba la vuelta a la cabeza del Inca desde cuatro hasta cinco veces, y quedaba con la apariencia de una guirnalda.

Además, según muestran las representaciones gráficas, el Inca solía atar un ramillete de hojas o de flores o plumas de corequenque al frente del mascapaicha. Algunos historiadores mencionan que esta corona también tenía incrustaciones de oro.

Según se tiene registro, existían hasta tres clases distintas de mascapaicha. Uno de color azul y rojo para el Sapa Inca; otro de color amarillo y rojo para los miembros de la familia real (Panaca); y otro de color negro para los Incas de menor categoría, como los que poseían poder local. Además de estos tres tipos de mascapaicha, las mujeres elegidas, conocidas como Acllas, tejían borlas pequeñas de color rojo y amarillo, denominadas como Paicha. Estas se cosían a una trenza delgada del largo de una braza. Por lo tanto, la mascapaicha y sus variaciones eran propias del Inca y su familia.

La mascapaicha como tal sólo podía ser llevada por el Sapa Inca, quien la recibía en una ceremonia de coronación de manos del Willaq Uma, el máximo sacerdote del Imperio Inca. Dicha coronación tenía lugar después del fallecimiento del Inca anterior, quien legaba su título a su hijo y príncipe heredero, el auqui. Entre las funciones del Inca estaban la dirección militar, política, social y económica del Estado. También nombraban a los gobernantes locales, erigían colonias militares y ordenaban y presidían las grandes construcciones, como las fortalezas, los caminos, los monumentos y las ciudades. Se sabe además que, como descendientes de Inti, organizaban el calendario para saber qué días debían realizarse fiestas y sacrificios.

Dado que en un comienzo la civilización Inca sólo habitaba la ciudad de Cuzco, la mascapaicha representaba el dominio sobre este territorio. Después de que la influencia de esta cultura se extendió por más territorios y por más pueblos, pasó a representar el liderazgo del imperio

. Es decir, el título de Inca del Tahuantinsuyo fue instituido después de Pachacútec, noveno Inca que gobernó desde 1425 hasta 1471. Además de esta corona, el Inca también llevaba el topayauri (su cetro ceremonial) y la suntur páucar (una pica emplumada). También, de forma similar a otros gobernantes alrededor del mundo, poseía un trono, ushno, que representaba la unión con el cielo.

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Inca

Chacana

Simbolismo de la chacana

Haylli [CC BY 3.0], via Wikimedia Commons

Simbolismo de la chacana

La chacana, también conocida como cruz chakana, es un símbolo de las comunidades indígenas de los Andes, el cual tiene la forma de una cruz superpuesta a un cuadrado de menor tamaño. El término proviene del aimara pusi chakani, que se puede traducir como “la que tiene cuatro puentes” y del concepto quechua chacana, que se puede traducir como “objeto con forma de puente” o “escalera”. Este símbolo es propio de comunidades que vivieron y que todavía sobreviven en Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú; aunque era conocido como tsakana en los pueblos precolombinos de Huánuco, Acnash y Nor Lima.

La chacana se desarrolló hace unos 4000 años, según apunta el arquitecto y etnólogo peruano Carlos Millas Villena, conocido también como Wayra Katari, y actualmente sigue utilizado por las culturas aimara y los descendientes del Imperio Inca. Esta cruz escalonada de doce puntas fue creada, probablemente, para representar la constelación de la Cruz del Sur, el Sol y las escalinatas que tenían las grandes obras de arquitectura inca. De esta manera, la cruz chacana representa la unión entre la tierra y el mundo celestial, entre lo bajo y lo alto, entre lo mundano y lo espiritual, pues la escalera es un símbolo del ascenso hacia el cielo, al igual que las pirámides escalonadas.

Las chacanas se pueden encontrar en el altiplano sudamericano en distintas obras de corte indígena, como esculturas, monumentos, cerámicas, tejidos y petroglifos. Los registros más antiguos de uso corresponden a la cultura Caral, una de las más antiguas de Sudamérica; a la cultura de Seshin Bajo; y a los aimaras de Tihuanaco, Bolivia. En la actualidad, el símbolo sobrevive dentro de las grandes urbes andinas, por lo cual se puede encontrar en el pavimento de la Universidad Pública de El Alto, en Bolivia; en el pavimento de la Plaza de Armas de Iquitos, en el Perú; y en varias partes de la provincia de Jujuy, en la Argentina.

El historiador Garcilaso de la Vega, el Ynga, refiere que una cruz chacanoa hecha en mármol o jaspe rojo y blanco era venerada alrededor del siglo XVI en una casa de la región. No obstante, afirmaba que los incas no la adoraban como representación de alguna deidad o leyenda, sino por su belleza y armonía geométrica

. Se dice que esta adoración también partía de las leyendas cristianas que ya circulaban por la época, como la de Pedro de Candia, quien derrotó a un león y a un tigre con una cruz en la mano. De esta forma, la chacana fue transfigurada semánticamente por el cristianismo. Así, la cruz de mármol o jaspe fue trasladada a la catedral de Cusco en representación de la crucifixión de Cristo.

Algunos historiadores, pese a la evidencia arquitectónica y de otra índole que se puede encontrar en los Andes con una antigüedad de hasta 300 y 600 a. C., han afirmado que la chacana es sólo una invención moderna de los estados andinos para promover el turismo, razón por la cual el símbolo se vendería en forma de colgantes, manillas, mochilas y tejidos

. Estos mismos críticos señalan que, si bien la cruz se puede encontrar en tejidos y otras representaciones precolombinas, carecía de un significado puntual o de un significado relacionado con las constelaciones. Por el contrario, afirman que se trataría de una forma accidental que tiene su origen en el entrecruzamiento propio de los hilos y de los ladrillos usados en las construcciones.

La controversia sigue en pie a falta de un relato que sustente el valor simbólico de la chacana. Pese a ello, es de admirar su diseño y su complejidad geométrica, propio de las culturas indígenas, de su cosmovisión y de interpretaciones y significados que no sobrevivieron hasta nuestros días.

Simbolismo de la chacana

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Andino

Wiphala

Simbolismo de la wiphala

Francisco Gonzalez [CC BY 2.0], via Wikimedia Commons

Simbolismo de wiphala

Wiphala es el nombre que recibe la bandera de varias comunidades indígenas que viven alrededor de la cordillera de los Andes. La bandera consta de un cuadrado con un total de 49 cuadrados concéntricos. De esta manera, se forman doce diagonales desde la parte inferior izquierda hasta la parte superior derecha. Cada diagonal tiene un color de la siguiente manera: amarillo, naranja, rojo, violeta, azul, verde, blanco (en la mitad), amarillo, naranja, rojo, violeta, azul y verde. Debido a estos colores, la bandera en algunas ocasiones ha sido confundida con la bandera LGBT y con la bandera la ciudad de Cusco, en Perú.

Según anotan los expertos de estas comunidades, cada color de la wiphala significa lo siguiente:

  • Amarillo: que simboliza la fuerza y la energía de los andinos, la dualidad entre pacha-mama y pacha-kama, las leyes de la sociedad andina.
  • Naranja: que simboliza la preservación y la multiplicación de la especie humana, la salud, la educación, la juventud y el patrimonio andino.
  • Rojo: que simboliza la tierra, aka-pacha, la filosofía, el conocimiento y la cultura amawta.
  • Violeta: que simboliza la ideología y las diferentes formas de la política y la sociedad andina.
  • Azul: que simboliza el infinito, el cosmos y las estrellas, y los efectos que tienen estas sobre la tierra y los asuntos humanos.
  • Verde: que simboliza la economía y los productos de la comunidad andina. Representa también las riquezas de la tierra, como la flora, la fauna y los recursos hídricos.
  • Blanco: que simboliza el tiempo y la dialéctica, el desarrollo y la transformación que siempre está haciendo qullana marka sobre los Andes.

Esta bandera tiene su origen en la bandera del pueblo aimara, con una población de cuyo territorio se extiende desde Bolivia hasta Perú y Chile, donde viven alrededor de dos millones de personas. Esta bandera fue considera como símbolo nacional por Bolivia a partir de la Constitución de 2008. Su etimología se encuentra, probablemente, en los vocablos aimara wiphai, que se utiliza como exclamación en ceremonias y fiestas; y laphaqi, proveniente de la expresión lapx-lapx, que hace referencia al sonido del viento, al sonido que produce un objeto flexible cuando es ondeado por el viento. Ambos vocablos conforman el término wiphailapx, que se traduce como “la victoria que ondea el viento”, en referencia a una bandera. De ahí proviene wiphala, una forma más eufónica de wiphailapx.

A pesar de que esta bandera se conoce como wiphala por la gran mayoría de las asociaciones indígenas y por gran parte del territorio latinoamericano, se le conoce con distintos nombres o escrituras en algunas regiones específicas

. Por ejemplo, los kallawayas del departamento de la Paz, en Bolivia, la conocen como laphaqay; los pobladores del departamento de Potosí la conocen como laphala; las personas del departamento de Cochabamba la conocen como wiphayla; mientras que en ciertas regiones de Argentina y Ecuador la conocen y escriben como wipala.

Según lo señalan distintos estudios hechos al respecto, la wiphala es un símbolo posterior a la conquista española. Se sabe el empleo de los colores que tenían estas comunidades indígenas eran distintas al cromatismo que tiene la bandera, además de que este tipo de símbolos eran inexistentes. Las banderas, tal y como las conocemos hoy en día, tienen su origen en las dhwasha que usaban los carros de guerra de la india y en los emblemas que usaban las huestes romanas. De manera que, al igual que la chakana, también conocida como cruz andina, la wiphala es un símbolo rescatado y propio de la adaptación de estos pueblos a los momentos que vivieron en la conquista, cuando exigían sus derechos.

Por todo lo anterior, la wiphala se puede apreciar en un qiru (vaso indígena) que se encuentra en el Museo de Tiwanaku, en el departamento de La Paz; junto a un tejido koroma que se encuentran en la provincia de Antonio Quijarro, en Potosí; y pintada sobre la superficie de una roca en Wantirani, Qppakati, en la provincia de Mako Kapajk del departamento de la Paz. De las crónicas españolas que se escribieron sobre la conquista de Bolivia y del territorio aimara, sólo una, escrita por Cieza en 1553, señala que los guerreros llevaban una bandera al campo de batalla. Las demás mencionan el uso de emblemas en las fuerzas del Imperio Inca, pero este no tiene relación con la wiphala.

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