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España

Leyenda de la fundación de Madrid

Leyenda de la fundación de Madrid

Pierre Schild [Public domain], via Wikimedia Commons

Leyenda de la fundación de Madrid, narración de Madrid, España.

Hacia finales del siglo XVI Madrid fue nombrada la capital del imperio español, debido a esto los cronistas intentaron dignificar y dotar a la ciudad de una larga historia que le permitiera sobresalir entre las demás ciudades del imperio. Esta leyenda une a la ciudad con los sobrevivientes de la Guerra de Troya y la deidad griega Apolo.

Leyenda

Cuenta la leyenda que entre los sobrevivientes que lograron escapar de la Guerra de Troya estaba el príncipe Bianor, quien intentando evitar el derramamiento de sangre se dirigió al puerto en busca de un navío con el cual abandonar el país. Al no encontrar ni una embarcación, partió hacia Grecia y más tarde a Albania, donde fundó su propio reino. Tras su muerte su hijo Tiberis, le sucedió en el trono.

Tiberis tuvo dos descendientes, Tiberis y Bianor, el primero legítimo de su matrimonio y el segundo concebido con una hermosa aldeana llamada Mantua. Conociendo los problemas de sucesión que podría provocar su hijo ilegitimo, Tiberis envió a Mantua y a su hijo a Italia con una gran cantidad de riquezas. Una vez en Italia, Mantua fundó la ciudad de Manto, actualmente conocida como Mántova, allí vivió junto a su hijo hasta que este alcanzó la madurez.

El joven Bianor, abandonó las tierras de su madre influenciado por un sueño en el que Apolo, le aconsejaba renunciar al reino de Mantua y buscar su propio destino. Antes de abandonar el reino su madre le dio el prenombre de “Ocno”, palabra que significa el don de ver el porvenir en los sueños. El viaje del joven y sus huestes en dirección a la tierra donde muere el sol, se prolongó por alrededor de diez años. Cierto día el viaje se ve interrumpido por la intervención del Dios Apolo, quien se manifestó en sus sueños, indicándole que, en ese mismo lugar debía fundar una nueva ciudad a la cual tendría que ofrendar su propia vida.

Al despertar el joven, pudo ver un hermoso terreno, rico en vegetación y con abundante agua. Cerca del terreno estaban los Carpetanos o Los sin ciudad

, quienes acompañados de sus rebaños esperaban una señal de los dioses que les indicara donde establecer su patria. Ocno contó su sueño a sus huestes y los habitantes de la región, para después comenzar a construir la ciudad en el territorio que Apolo le había aconsejado. Iniciaron construyendo una muralla que protegiera a la ciudad de los invasores, seguido construyeron las casas, un palacio y un templo.

Cuando terminaron las labores de construcción, se dispusieron a consagrarla a una Dios, pero surgió un conflicto, algunos querían que esta fuera consagrada a Apolo, mientras que otros no. Ocno preocupado por la situación convocó a Apolo, quien se manifestó en sus sueños nuevamente. En el sueño Apolo indicó que la ciudad debía consagrarse a Metragrita o Cibeles, Diosa de la Tierra, asimismo, mencionó que había llegado el momento de ofrecer su vida, para que de esa manera se terminaran las discusiones y la ciudad se salvara.

Tras despertar Ocno, comentó su sueño a su gente y mandó a cavar un profundo pozo, en el que posteriormente se introdujo. Una vez en el pozo, la entrada de este fue tapada con una losa tallada. Mientras estuvo encerrado, la gente de la ciudad se reunió alrededor del pozo para orar e interpretar cantos fúnebres, hasta que, en la última noche de aquella luna, se desató una fuerte tormenta.

En ese momento, Cibeles descendió en una nube desde las cumbres de Guadarrama e hizo desaparecer el cuerpo de Ocno. Desde entonces, la ciudad se llamó Metragirta, en honor a la Diosa Cibeles. Al pasar el tiempo fue cambiado a Magerit y después a Madrid, conocida como «La ciudad de los hombres sin patria».

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Los Amantes de Teruel

Diego Delso [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons

Leyenda de Los Amantes de Teruel

Leyenda española del siglo XIII. Es la historia de Isabel y Diego crecieron juntos en el Teruel. Ambos pertenecían a la nobleza de la ciudad. El padre de Isabel era Don Pedro de Segura, un rico comerciante. Y el de Diego, un importante noble de apellido Marcilla, habían perdido su gran hacienda por culpa de una plaga de langostas que asoló la comarca en el año de 1208. Los dos amigos empezaron a sentir amor.

Un día decidieron casarse. Pero a don Pedro de Segura no le agradó la idea en absoluto porque el estatus de Diego era inferior. Los dos enamorados quedaron desolados hasta que se les dio una oportunidad: Isabel esperaría durante cinco años a que Diego consiguiera dinero y honores. Con los cinco dedos de su mano derecha hicieron el juramento de esperar hasta el regreso de Diego. El joven se fue a luchar a las cruzadas. Durante cinco largos años Isabel esperó si tener ninguna noticia de la suerte de Diego. Cuentan que los soldados que regresaban de la batalla de Muret relataban que allí no quedaba nadie vivo. Por desgracias a oídos de Isabel llegó la noticia que Diego había caído en combate.

Viendo que ya se cumplían los cinco años acordados y no había noticias de Diego, su padre le instó a casarse con don Pedro de Azagra, poderoso señor de Albarracín. La ciudad entera se engalanó para celebrar unos grandes esponsales. Todo era jolgorio y alegría, pero Isabel no estaba feliz. Diego consiguió regresar a Teruel. Sano y salvo, con honores y riquezas y lo más importante la ilusión de reunirse con su amada Isabel. Cuando llegó a Teruel oyó el repicar de campanas, la música y se enteró que se celebraba el casamiento de Isabel de Segura con don Pedro de Azagra, señor de Albarracín. Diego creyó enloquecer de ira.

Pero se recompuso pues, en realidad, Isabel no había roto el acuerdo. El plazo ya había expirado. Decidió entonces ir en su busca y pedirle aquel beso que tanto había anhelado durante años. Se encaramó al balcón de la recién casada y la despertó para rogarle esta última prueba de amor. Pero Isabel no se sintió capaz de romper los votos que acababa de prometer y se lo negó. Diego, cayó muerto en ese mismo instante.

La extraña muerte conmocionó a toda la ciudad de tal manera que acudió en masa a los oficios por el alma de Diego. Isabel, desconsolada por haber perdido a su verdadero amor, se acercó al cuerpo sin vida de su amado y lo besó intensamente. Y en ese preciso instante, ella caía muerta sobre el difunto. Las familias decidieron darles sepultura juntos para que estuvieron junto para siempre.

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La campana de velilla de Ebro

ecelan [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons

Leyenda La campana de velilla de Ebro

Leyenda aragonesa. Esta campana conocida como la campana del Milagro llegó a la costa mediterránea cerca de la desembocadura del Ebro. Lo sorprendente es que llegó flotando sobre el mar como si de un ligero objeto se tratara. Además, llevaba consigo dos velas prendidas. Trataron de sacarla del agua, pero cuantas veces se acercaban a ella se hundía y emergía de nuevo. Se detuvo en Velilla; pero nuevamente se hundía cuando los hombres se acercaban con garfios para sacarla del agua. No obstante, se aproximaron dos doncellas y no hicieron más que poner sus manos sobre ella, en ese momento se elevó y llegó a la orilla. Cuando llegó a tierra la población empezó a rendirle culto.

La campana empezó a sonar sola, provocando la devoción y respeto de cuantos la veían sonar sin explicación. La invención de la campana fue atribuida a San Paulino de Nola. Pero, ella tocaba cuando una desgracia estaba cerca. En el año de 1435 volvió a tocar dos veces: la primera avisó de que la flota de Alfonso V el Magnánimo había sido derrotada en Ponza (Italia) y la segunda avisó que el rey había obtenido la libertad tras la batalla. Y en adelante, continuó repicando; anunció varios fallecimientos de personajes reales como el de la emperatriz Isabel de Portugal (1539) y del rey Manuel de Portugal (1578). Ahora bien, la última vez que las personas oyeron la campana fue el 12 de abril de 1686, tal vez presagiando el fin de la Casa de los Austrias en España.

Se decía que cuando la campana tocaba por sí sola, nadie podía aproximarse a ella; un osado canónigo lo intentó y recibió una sacudida tan fuerte que duró en cama varios meses. También, el campanero la hacía sonar para alejar las tormentas.

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La Armengola

Creator:Vicente Navarro [Public domain], via Wikimedia Commons

Leyenda de La Armengola

Leyenda española de principios del siglo XIII. Personaje ficticio de la historia de Orihuela, provincia de Alicante. La leyenda cuenta que La Armengola tenía por nombre Hermenegilda Eugenia y era la mujer de Pedro Armengol, de ahí su apodo. Una figura muy importante en Orihuela. Para ese momento la ciudad tenía mucha migración musulmana. En el castillo vivió el alcaide Benzaddon con su familia. La Armengola, era la nodriza de los hijos de Benzaddon. Un día, los mudéjares locales se reunieron con los del Reino de Murcia para asesinar a los cristianos residentes en la mozarabía del Arrabal Roig. Benzaddon le contó a la mujer sus planes para que fuera a refugiarse al castillo junto con su familia.

La Armengola como fiel cristiana decidió advertir al alcaide cristiano de la masacre que iba a cometer. Así pues, en la noche del 16 de julio disfrazó a dos jóvenes (Aruns y Ruidoms) de mujeres para que hicieran las veces de sus hijas. De este modo, entraron, y atacaron a todos los habitantes del castillo de Benzaddon. Lograron tomarse el castillo. El día siguiente se celebraba la fiesta de Santas Justas y Rufina, patronas de Orihuela, se colocaron dos luceros en el castillo en su honor, y también para avisar al pueblo oriolano de su libertad.

Jaime I de Aragón terminaría por echar a los musulmanes de Orihuela. Así que, el 17 de julio se conmemora la hazaña de esta mujer guerrera y de la Reconquista de Orihuela.

Influencia de La Armengola en Orihuela

Desde 1991 anualmente se elige a una mujer oriolana para representar la figura de La Armengola durante las Fiestas de Moros y Cristianos de Orihuela. Se han realizado varias adaptaciones teatrales y cinematográficas de esta historia. Por ejemplo: Armengola, la leyenda (2011).

En el campo de la pintura hay varios oleos sobre lienzo. Actualmente, uno expuesto en el Museo de las Fiestas de la Reconquista (Orihuela). En el cuadro, hay un primer plano La Armengola con el Estandarte del Oriol, muy representativo de la ciudad de Orihuela. En un segundo plano, podemos apreciar a las Santas Justa y Rufina, dos santas muy veneradas por los oriolanos.

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