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Ballena

Simbolismo de la ballena

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Simbolismo de la ballena

La ballena es un símbolo que tiene distintos significados en varias culturas, aunque usualmente guardan cierta relación con los del pez. Por ejemplo, el vocablo arábigo nün se utiliza para nombrar tanto a la una como al otro, e incluso se utiliza para designar a los delfines. Dado su gran tamaño, también está emparentada con el símbolo del arca. Por esto se puede ver en el mito del avatar vishnuita, donde guía el arca durante el diluvio. Dentro de la mitología cristiana, la ballena es el animal que engulle a Jonás cuando este desobedece a Dios y luego lo escupe cuando acepta su rol de profeta. El tiempo que este permanece dentro de la ballena es un periodo límbico entre la existencia y la inexistencia conocido como Guénon, un periodo de transformación entre una cosa y otra. De manera que su salida es un nacimiento, una metamorfosis de un ser en otro.

Ballena

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En la Polinesia, Laponia y África se pueden encontrar mitos y narraciones similares: el héroe entra en el vientre de un monstruo marino dando lugar a su rito de iniciación, antes de ser escupido como un hombre. Siguiendo esta idea, la ballena, en tanto desciende a lo profundo del mar, es un símbolo del descenso al inframundo. Y, por tanto, salir de la ballena es una resurrección. Por lo mismo, por su vida en las profundidades, la ballena también encarna una significación maligna, como el leviatán de la Biblia. De forma similar, en Arabia existían las hijas de la ballena, mujeres que traían consigo los cataclismos propios del final del ciclo. En conclusión, las ballenas representar el final de un ciclo, ya sea cósmico o personal.

En las costas del Vietnam, donde la figura de la ballena es confundida con la del delfín, las ballenas son animales benéficos, pues guían a los náufragos y a los barcos perdidos para que puedan regresar a su camino

. Por esto se utilizan los huesos de los animales encallados para realizarles ritos en su honor. La ballena también es, según una de las profecías de la región, la portadora del niño que salvará al mundo. Por su parte, los chams del oriente se creían descendientes de la ballena. Se puede ver entonces que estos animales no son vistos como devoradores de hombres, sino como sus amigos o dioses.

Por lo anterior, la ballena es una forma de ánfora, de caja, de recipiente que lleva algo. Es así portadora y símbolo del continente, de lo contenido. Dado que su forma es el de una masa ovoide, compuesta por dos arcos (uno arriba y uno abajo), es la manifestación del arriba y el abajo, del cielo y de la tierra. De tal forma que la ballena simboliza el todo, el universo, el cosmos, la totalidad. En la tradición islámica, se narra que la tierra se balanceaba sobre el agua, al borde su propia destrucción. Entonces Dios descendió un ángel con forma de toro sobre el cual puso la tierra. Para que este no se hundiera y se ahogara, creó una ballena que lo sostuviera. Esta tenía el nombre de al-Bahmüt

, o Nün, la gran ballena.

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Caracola

Caracola marino

Luis Miguel Bugallo Sánchez (Lmbuga Commons)(Lmbuga Galipedia) [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons

Simbolismo de la caracola

Caracola es el término con el cual se conocen a los caracoles marinos, moluscos gasterópodos que viven en ecosistemas acuáticos. Dado que estos se pueden encontrar en las aguas de casi todo el planeta, y dado que sus conchas vacías suelen ir a parar en las playas, son animales que han convivido con el ser humano a lo largo de toda su historia (de hecho, son mucho más antiguos que este). Por esta razón, las caracolas, en especial sus caparazones, han sido utilizadas para distintos fines por muchas culturas, recibiendo todo tipo de lecturas y asociaciones simbólicas.

Símbolo Caracola

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La caracola en la mayoría de las culturas tiene dos significados bien diferenciados. El primero lo asocia con el agua primitiva, antecesora de la tierra y de todas las formas de vida terrestres; y el segundo lo asocia con la música, pues las conchas de estos animales fueron utilizadas para hacer instrumentos similares a las trompetas actuales. De esta manera, la caracola es una reminiscencia del origen, de la creación, de la nada, del mundo anterior al ser humano. Por esto, la caracola es soplada para evocar a los ancestros y a los dioses, para recordar el mundo primordial y los designios de los creadores. Por ello era utilizada por los lamas tibetanos, los brahmanes y los maorí en sus ceremonias espirituales. Dada la relación entre el inicio, lo espiritual y la caracola, esta es enterrada junto con los muertos en los actos fúnebres yóguicos.

Además de este uso ritual, las caracolas son sopladas para provocar un sonido perturbador, que inspira terror a quien lo escucha. Por esto, dicho sonido es asociado con el infierno y con el mundo de los muertos; y por lo mismo utilizado como cuerno de guerra, para espantar al enemigo y para tener a los ancestros del lado de los guerreros. El guerrero es, además, no sólo aquel que empuña un arma, sino aquel que domina sus propios demonios y los elementos naturales. Por ello los tibetanos usaban la caracola, junto con otros instrumentos, para eliminar los sonidos del mundo material y las preocupaciones de la mente del meditador, de tal forma que este pudiera escuchar el sonido primordial: el sonido de la Verdad y de la naturaleza.

Por ser un animal marino, la caracola es un elemento y una reminiscencia del agua y del mar. Por ello es un atributo de Varuna, el rey de las aguas. Además de esta interpretación, la caracola también es asociada con la luna por su color blanco amarillento. Por eso, y por la forma espiralada de su concha, es un símbolo del paso de los días y las noches, del tiempo, del infinito y de lo eterno. Esto se debe a que la espiral es de por sí un símbolo del tiempo, pues su figura remite al infinito, pues crece desde el centro hacia afuera; y a lo cíclico, pues el tiempo avanza siguiendo un patrón, unas repeticiones y unas formas preestablecidas. Así, la caracola, en tanto tiempo y luna simbólica, domina las mareas, las estaciones y los ciclos de los cultivos. Es un eje que comunica el agua, la tierra y el cielo.

En varias culturas también se asocia a la caracola, como el caracol, y la concha con el sexo femenino, ya sea por su forma similar a la vulva, o ya sea por su movimiento en la marea, su viscosidad, su apariencia, su relación con el agua o el tacto que produce este animal. De esta forma, la caracola sería un símbolo de lo femenino, de la mujer. Esta lectura simbólica también se puede encontrar en los aztecas, para quienes representaba la preñez y el parto, debido a la semejanza entre la concha y el vientre de la mujer embarazada. Mientras tanto, para los nativos de Dahomey, en el oeste de África, se pensaba al caracol como un receptáculo de esperma y, por tanto, del origen de la vida. De esta forma, la caracola remite nuevamente al inicio y a lo primordial.

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Caracol

Simbología del caracol

David Richfield [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons

Simbolismo del caracol

El caracol es un molusco gasterópodo de cuerpo baboso y provisto de una concha en forma de espiral. Estos se pueden encontrar en diferentes hábitats alrededor del mundo, incluso marinos (estos caracoles acuáticos son llamados caracolas). Por esta razón, los caracoles han convivido con el ser humano a lo largo de su historia, recibiendo distintas lecturas simbólicas que le otorgaban poderes sobrenaturales.

De esta manera, dada la forma en espiral de su caparazón, se le asocia con la luna y con los cuernos animales. Una antigua leyenda mexicana refiere que Tecsiztecatl, el dios de la luna, quedó encerrado en un caracol. Así, la concha de este animal es un símbolo del laberinto y de la prisión, pues el mismo caracol parece estar sujeta a ella, como si estuviera condenado a cargarla y a llevarla a rastras por el mundo.

Para otras civilizaciones, el caracol es una representación del paso del tiempo y de su continuidad, pues este siempre permanece en movimiento, arrastrándose pacientemente por el suelo. Esta interpretación se ve reforzada con la figura de la espiral, cuya figura remite al infinito, pues crece desde el centro hacia afuera; y a lo cíclico, pues el tiempo avanza siguiendo un patrón, unas repeticiones y unas formas preestablecidas.

En varias culturas se asocia el caracol y la concha con el sexo femenino, ya sea por su forma similar a la vulva, o ya sea por el movimiento, la viscosidad, la apariencia y el tacto que tiene este animal

. De esta forma, el caracol sería un símbolo de lo femenino, de la mujer. Esta lectura simbólica también se puede encontrar en los aztecas, para quienes representaba la preñez y el parto, debido a la semejanza entre la concha y el vientre de la mujer embarazada. Mientras tanto, para los nativos de Dahomey, en el oeste de África, se pensaba al caracol como u n receptáculo de esperma.

Mientras tanto, en el norte de África se realizan rosarios con las conchas de los caracoles para realizar rituales y ceremonias que atraigan la lluvia y la fertilidad. Esto se debe a que el caracol está asociado con la humedad y el agua, pues su cuerpo siempre está mojado y viscoso

. También, de forma similar a las lecturas que lo asocian con el tiempo, se cree que tiene un papel en el ciclo de los campos. Espiral, ciclo, tiempo, resurrección, el caracol es un amuleto que se coloca a los muertos para que puedan fecundar la tierra y revivir en otra vida. Por tanto, el caracol también simboliza a los antepasados, a los muertos.

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Lechuza

Lechuza

Peter K Burian [CC BY-SA 4.0], via Wikimedia Commons

Simbolismo de la lechuza

Las lechuzas son varias especies de aves estrigiformes que cazan durante la noche. Estas aves usualmente son confundidas con los mochuelos y los búhos, pero se diferencian de estos últimos en que no tienen plumas en la cabeza con forma de orejas. Las lechuzas se pueden encontrar en prácticamente todo el mundo, por lo cual han estado relacionadas con diferentes culturas a lo largo de la historia.  Tal vez la lechuza ideal, la que se piensa usualmente cuando se habla de este tipo de pájaros, es la lechuza de los campanarios (Tyto alba), cuyas facciones se asemejan a la de un ser humano. Esta se puede encontrar en Europa, América, Australia, la mayor parte de África y el sur y el cercano Oriente.

Lechuza

Iconos diseñados por Freepik desde www.flaticon.es

En el mundo antiguo, la lechuza era un ave despreciada muchas veces por su aparente fealdad y por ser una ladrona de comida. No obstante, se le tenía por un símbolo de la inteligencia, la agilidad y la astucia, por lo cual era el emblema de Atenea en el mundo griego. También se consideraba que la lechuza es un ave en oposición al águila, pues era nocturna y sus ojos no soportaban la luz directa del sol; mientras que el águila es un ave rapaz diurna y es capaz de mantener sus ojos abiertos aun ante la inclemencia del sol de mediodía.

De esta forma, la lechuza se tenía por símbolo de la noche, lo oscuro, lo nocturno, lo oculto y lo secreto. Es por ello que el filósofo francés René Guénon veía en la lechuza la oposición clásica entre Atenea y Minerva, entre el conocimiento racional y el conocimiento intuitivo, relacionado con el día y la luz solar. Así, pues, la lechuza ha sido vista como un símbolo del conocimiento que escapa a la comprensión. Por esto se le relaciona con las brujas y los hechiceros, y por lo mismo se le otorgan capacidades mágicas y de clarividencia.

Dentro de la mitología griega, la lechuza simboliza a Ascálafo, hijo de Aqueronte con la ninfa de las tinieblas. Este Ascálafo es el mismo que descubre a Perséfone

comiendo del fruto prohibido del infierno, la granada; y más tarde la denuncia ante Hades. De esta forma, Perséfone perdió el derecho a ser libre y volver al mundo de los seres vivos, a la superficie, al día y la luz. Así, la lechuza representa la reflexión que hay en medio de la oscuridad, el conocimiento nocturno y la omnisciencia y la omnipresencia.

Para los aztecas, la lechuza, junto con la araña, era el animal que representaba al rey del infierno. Así, se le nombra en varios códices como la guardiana de la casa oscura que hay bajo tierra. Así, se le relacionaba con los terremotos y la tierra, así como con la lluvia, las tormentas y la noche. Por todo lo anterior, también era un símbolo de la muerte y de la luna, cuyas fuerzas tienen repercusión en la Tierra y en la vida que hay sobre esta. Por ello se creía que la lechuza controlaba las mareas, el crecimiento y los cultivos.

Por su parte, en la cultura preincaica Chimú, cuyo desarrollo tuvo lugar dentro del Perú, era usual que en las tumbas y en los monumentos funerarios se dejaran cuchillos rituales que tenía la imagen de un ser mitad humano y mitad lechuza. Por tanto, de forma similar a los aztecas, se asociaba a la lechuza con la muerte y el mundo espiritual. Además de esto, se han encontrado pinturas con la imagen de una lechuza con un cuchillo en una garra y una copa en la otra, seguramente dispuesta para recoger la sangre de las víctimas de los sacrificios.

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