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La campana de velilla de Ebro
Leyenda La campana de velilla de Ebro
Leyenda aragonesa. Esta campana conocida como la campana del Milagro llegó a la costa mediterránea cerca de la desembocadura del Ebro. Lo sorprendente es que llegó flotando sobre el mar como si de un ligero objeto se tratara. Además, llevaba consigo dos velas prendidas. Trataron de sacarla del agua, pero cuantas veces se acercaban a ella se hundía y emergía de nuevo. Se detuvo en Velilla; pero nuevamente se hundía cuando los hombres se acercaban con garfios para sacarla del agua. No obstante, se aproximaron dos doncellas y no hicieron más que poner sus manos sobre ella, en ese momento se elevó y llegó a la orilla. Cuando llegó a tierra la población empezó a rendirle culto.
La campana empezó a sonar sola, provocando la devoción y respeto de cuantos la veían sonar sin explicación. La invención de la campana fue atribuida a San Paulino de Nola. Pero, ella tocaba cuando una desgracia estaba cerca. En el año de 1435 volvió a tocar dos veces: la primera avisó de que la flota de Alfonso V el Magnánimo había sido derrotada en Ponza (Italia) y la segunda avisó que el rey había obtenido la libertad tras la batalla. Y en adelante, continuó repicando; anunció varios fallecimientos de personajes reales como el de la emperatriz Isabel de Portugal (1539) y del rey Manuel de Portugal (1578). Ahora bien, la última vez que las personas oyeron la campana fue el 12 de abril de 1686, tal vez presagiando el fin de la Casa de los Austrias en España.
Se decía que cuando la campana tocaba por sí sola, nadie podía aproximarse a ella; un osado canónigo lo intentó y recibió una sacudida tan fuerte que duró en cama varios meses. También, el campanero la hacía sonar para alejar las tormentas.
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Los Amantes de Teruel
Leyenda de Los Amantes de Teruel
Leyenda española del siglo XIII. Es la historia de Isabel y Diego crecieron juntos en el Teruel. Ambos pertenecían a la nobleza de la ciudad. El padre de Isabel era Don Pedro de Segura, un rico comerciante. Y el de Diego, un importante noble de apellido Marcilla, habían perdido su gran hacienda por culpa de una plaga de langostas que asoló la comarca en el año de 1208. Los dos amigos empezaron a sentir amor.
Un día decidieron casarse. Pero a don Pedro de Segura no le agradó la idea en absoluto porque el estatus de Diego era inferior. Los dos enamorados quedaron desolados hasta que se les dio una oportunidad: Isabel esperaría durante cinco años a que Diego consiguiera dinero y honores. Con los cinco dedos de su mano derecha hicieron el juramento de esperar hasta el regreso de Diego. El joven se fue a luchar a las cruzadas. Durante cinco largos años Isabel esperó si tener ninguna noticia de la suerte de Diego. Cuentan que los soldados que regresaban de la batalla de Muret relataban que allí no quedaba nadie vivo. Por desgracias a oídos de Isabel llegó la noticia que Diego había caído en combate.
Viendo que ya se cumplían los cinco años acordados y no había noticias de Diego, su padre le instó a casarse con don Pedro de Azagra, poderoso señor de Albarracín. La ciudad entera se engalanó para celebrar unos grandes esponsales. Todo era jolgorio y alegría, pero Isabel no estaba feliz. Diego consiguió regresar a Teruel. Sano y salvo, con honores y riquezas y lo más importante la ilusión de reunirse con su amada Isabel. Cuando llegó a Teruel oyó el repicar de campanas, la música y se enteró que se celebraba el casamiento de Isabel de Segura con don Pedro de Azagra, señor de Albarracín. Diego creyó enloquecer de ira.
Pero se recompuso pues, en realidad, Isabel no había roto el acuerdo. El plazo ya había expirado. Decidió entonces ir en su busca y pedirle aquel beso que tanto había anhelado durante años. Se encaramó al balcón de la recién casada y la despertó para rogarle esta última prueba de amor. Pero Isabel no se sintió capaz de romper los votos que acababa de prometer y se lo negó. Diego, cayó muerto en ese mismo instante.
La extraña muerte conmocionó a toda la ciudad de tal manera que acudió en masa a los oficios por el alma de Diego. Isabel, desconsolada por haber perdido a su verdadero amor, se acercó al cuerpo sin vida de su amado y lo besó intensamente. Y en ese preciso instante, ella caía muerta sobre el difunto. Las familias decidieron darles sepultura juntos para que estuvieron junto para siempre.
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La Armengola
Leyenda de La Armengola
Leyenda española de principios del siglo XIII. Personaje ficticio de la historia de Orihuela, provincia de Alicante. La leyenda cuenta que La Armengola tenía por nombre Hermenegilda Eugenia y era la mujer de Pedro Armengol, de ahí su apodo. Una figura muy importante en Orihuela. Para ese momento la ciudad tenía mucha migración musulmana. En el castillo vivió el alcaide Benzaddon con su familia. La Armengola, era la nodriza de los hijos de Benzaddon. Un día, los mudéjares locales se reunieron con los del Reino de Murcia para asesinar a los cristianos residentes en la mozarabía del Arrabal Roig. Benzaddon le contó a la mujer sus planes para que fuera a refugiarse al castillo junto con su familia.
La Armengola como fiel cristiana decidió advertir al alcaide cristiano de la masacre que iba a cometer. Así pues, en la noche del 16 de julio disfrazó a dos jóvenes (Aruns y Ruidoms) de mujeres para que hicieran las veces de sus hijas. De este modo, entraron, y atacaron a todos los habitantes del castillo de Benzaddon. Lograron tomarse el castillo. El día siguiente se celebraba la fiesta de Santas Justas y Rufina, patronas de Orihuela, se colocaron dos luceros en el castillo en su honor, y también para avisar al pueblo oriolano de su libertad.
Jaime I de Aragón terminaría por echar a los musulmanes de Orihuela. Así que, el 17 de julio se conmemora la hazaña de esta mujer guerrera y de la Reconquista de Orihuela.
Influencia de La Armengola en Orihuela
Desde 1991 anualmente se elige a una mujer oriolana para representar la figura de La Armengola durante las Fiestas de Moros y Cristianos de Orihuela. Se han realizado varias adaptaciones teatrales y cinematográficas de esta historia. Por ejemplo: Armengola, la leyenda (2011).
En el campo de la pintura hay varios oleos sobre lienzo. Actualmente, uno expuesto en el Museo de las Fiestas de la Reconquista (Orihuela). En el cuadro, hay un primer plano La Armengola con el Estandarte del Oriol, muy representativo de la ciudad de Orihuela. En un segundo plano, podemos apreciar a las Santas Justa y Rufina, dos santas muy veneradas por los oriolanos.
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Florinda la Cava
Leyenda de Florinda la Cava
Una joven de gran belleza que fue enviada por su padre, conde de la ciudad de Septem, a la corte visigoda, en Toledo, para recibir una buena educación. Por ese entonces, cabe recordar que la España visigoda estaba reinada por Rodrigo, último rey visigodo; un rey mujeriego. En la corte, Florinda conoció a Rodrigo, quien al instante comenzó a cortejarla por su belleza.
Un día el monarca vio la desnudez de la mujer y quedo obsesionado, y acabaría por forzarla. «Florinda perdió su flor, el rey padeció castigo», señala el Romancero Español que achaca a este ultraje el posterior desastre en la batalla de Guadalete y el fin del reino visigodo. Este suceso es tan importante que hay una pintura del momento previo a la violación se llama Don Rodrigo Rey de los Visigodos espiando desde los arbustos de la izquierda a Florinda la Cava bañándose, hija del su conde Don Julián (1853).
De este relato existe otra versión que señala, que fue la joven quien sedujo a Don Rodrigo y que éste logró «yacer con ella» bajo promesa de matrimonio, pero no fue así. La joven siguió rechazando al hombre y lo que hizo fue secuestrarla y forzarla a complacer sus deseos carnales. Florinda dio cuenta de todo lo ocurrido a su padre, quien decidió vengarse de Rodrigo. Don Julián se reunió con los musulmanes y les dio las necesarias embarcaciones para acceder a la península ibérica a través de Ceuta. Este fue el inicio de la ocupación musulmana de la península ibérica. Las tropas de Táriq ibn Ziyad, en cabeza del general musulmán de Muza, en el verano de 711 vencieron a las huestes de Don Rodrigo en la batalla de Guadalete.
El apodo de la «Cava», tiene una carga negativa, vendría según Ramón Menéndez Pidal de una palabra árabe utilizada para hacer alusión a una prostituta.