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España

Leyenda del Cristo de la Vega

Leyenda del Cristo de la Vega

Tomada de Instagram

Leyenda del Cristo de la Vega, narración de Toledo, España.

Cuenta la leyenda que en Toledo vivían dos enamorados, uno era Diego Martínez, joven guerrero y la otra era Inés de Vargas, doncella devota y hermosa. Los dos se amaban con locura, pero cierto día la feliz pareja tuvo que separarse, pues el joven Diego, debía unirse a las tropas que partían hacia Flandes. Los dos enamorados decidieron despedirse en la capilla del Cristo de la Vega, ante el cual se juraron amor eterno, después Diego tocó los pies del Cristo de la capilla y prometió ante este que se casaría con Inés en cuanto regresara.

Tras la partida del guerrero, Inés acudió todos los días a la capilla en la que los dos se juraron amor eterno y ante el Cristo, llorando pedía por la protección de su amado. Dos años más tarde terminó la Guerra de Flandes y Diego no regresaba, aun así, Inés no se desesperó, continuó rezando por su amado y visitaba todos los días el miradero, en el que podía ver la llegada de los guerreros a la ciudad. Un día mientras esperaba en el miradero, vio a un grupo de hombres que se acercaba a la muralla de la ciudad, por lo que entusiasmada corrió hasta la plaza.

Al llegar vio a su amado Diego a la cabeza del pelotón de hombres, este por fin había regresado. Dando gritos Inés, agradeció al cielo por haberle traído sano y salvo, pero Diego al verla la ignoró, actuó como si se tratara de una extraña. Dio unas espuelas al caballo y se adentró en las calles de Toledo, sin decir una palabra. Inés no entendía que había cambiado a su amado, posiblemente la guerra y su nuevo rango habían influido en el carácter del joven, que ahora era uno de los distinguidos caballeros que servían al rey.

Inés no dejó de acudir ante Diego, quien ahora negaba su promesa, rogó, lloró e incluso lo amenazó, pero este continuó diciendo que nunca había hecho tal promesa.

Desesperada por los constantes rechazos del joven, Inés acudió ante el gobernador de Toledo, Don Pedro Ruiz de Alarcón, a este le comentó todo lo sucedido y pidió justicia. El gobernador hizo que Diego e Inés se presentaran ante el tribunal, primero escuchó a la joven relatar lo sucedido y después escuchó al caballero negar todo lo que esta había mencionado, sin tener ningún testigo era la palabra de uno contra la del otro, por lo cual nada podía hacer.

En el momento en que iba a darse por terminada la reunión y el caballero se dirigía a la salida, Inés pidió que lo detuvieran, pues tenía un testigo. La joven mencionó quien era su testigo y todos quedaron asombrados, después de un corto silencio Don Pedro y los jueces decidieron ir ante el Cristo de la Vega para tomarle declaración. Tras extenderse la noticia sobre el caso, muchos se dirigieron a la capilla. En esta los jueces, el gobernador y un notario encendieron cuatro cirios ante el Cristo, después se arrodillaron y rezaron en voz baja.

Después de presentar sus respetos el notario y los jóvenes se acercaron al Cristo, delante de este el notario leyó la acusación y preguntó al cristo: ¿Juras que, ante tus divinos pies, Diego prometió desposar a Inés? Tras unos minutos de silencio y tensión el Cristo, bajo su mano derecha, decalvándola de su cruz, abrió sus labios y contestó: Sí Juro. Ante este suceso Diego e Inés, renunciaron a las vanidades del mundo y se unieron a diferentes conventos. Esta popular leyenda toledana inspiró el escrito A buen juez, mejor testigo de José Zorrilla.

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Los Amantes de Teruel

Diego Delso [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons

Leyenda de Los Amantes de Teruel

Leyenda española del siglo XIII. Es la historia de Isabel y Diego crecieron juntos en el Teruel. Ambos pertenecían a la nobleza de la ciudad. El padre de Isabel era Don Pedro de Segura, un rico comerciante. Y el de Diego, un importante noble de apellido Marcilla, habían perdido su gran hacienda por culpa de una plaga de langostas que asoló la comarca en el año de 1208. Los dos amigos empezaron a sentir amor.

Un día decidieron casarse. Pero a don Pedro de Segura no le agradó la idea en absoluto porque el estatus de Diego era inferior. Los dos enamorados quedaron desolados hasta que se les dio una oportunidad: Isabel esperaría durante cinco años a que Diego consiguiera dinero y honores. Con los cinco dedos de su mano derecha hicieron el juramento de esperar hasta el regreso de Diego. El joven se fue a luchar a las cruzadas. Durante cinco largos años Isabel esperó si tener ninguna noticia de la suerte de Diego. Cuentan que los soldados que regresaban de la batalla de Muret relataban que allí no quedaba nadie vivo. Por desgracias a oídos de Isabel llegó la noticia que Diego había caído en combate.

Viendo que ya se cumplían los cinco años acordados y no había noticias de Diego, su padre le instó a casarse con don Pedro de Azagra, poderoso señor de Albarracín. La ciudad entera se engalanó para celebrar unos grandes esponsales. Todo era jolgorio y alegría, pero Isabel no estaba feliz. Diego consiguió regresar a Teruel. Sano y salvo, con honores y riquezas y lo más importante la ilusión de reunirse con su amada Isabel. Cuando llegó a Teruel oyó el repicar de campanas, la música y se enteró que se celebraba el casamiento de Isabel de Segura con don Pedro de Azagra, señor de Albarracín. Diego creyó enloquecer de ira.

Pero se recompuso pues, en realidad, Isabel no había roto el acuerdo. El plazo ya había expirado. Decidió entonces ir en su busca y pedirle aquel beso que tanto había anhelado durante años. Se encaramó al balcón de la recién casada y la despertó para rogarle esta última prueba de amor. Pero Isabel no se sintió capaz de romper los votos que acababa de prometer y se lo negó. Diego, cayó muerto en ese mismo instante.

La extraña muerte conmocionó a toda la ciudad de tal manera que acudió en masa a los oficios por el alma de Diego. Isabel, desconsolada por haber perdido a su verdadero amor, se acercó al cuerpo sin vida de su amado y lo besó intensamente. Y en ese preciso instante, ella caía muerta sobre el difunto. Las familias decidieron darles sepultura juntos para que estuvieron junto para siempre.

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La campana de velilla de Ebro

ecelan [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons

Leyenda La campana de velilla de Ebro

Leyenda aragonesa. Esta campana conocida como la campana del Milagro llegó a la costa mediterránea cerca de la desembocadura del Ebro. Lo sorprendente es que llegó flotando sobre el mar como si de un ligero objeto se tratara. Además, llevaba consigo dos velas prendidas. Trataron de sacarla del agua, pero cuantas veces se acercaban a ella se hundía y emergía de nuevo. Se detuvo en Velilla; pero nuevamente se hundía cuando los hombres se acercaban con garfios para sacarla del agua. No obstante, se aproximaron dos doncellas y no hicieron más que poner sus manos sobre ella, en ese momento se elevó y llegó a la orilla. Cuando llegó a tierra la población empezó a rendirle culto.

La campana empezó a sonar sola, provocando la devoción y respeto de cuantos la veían sonar sin explicación. La invención de la campana fue atribuida a San Paulino de Nola. Pero, ella tocaba cuando una desgracia estaba cerca. En el año de 1435 volvió a tocar dos veces: la primera avisó de que la flota de Alfonso V el Magnánimo había sido derrotada en Ponza (Italia) y la segunda avisó que el rey había obtenido la libertad tras la batalla. Y en adelante, continuó repicando; anunció varios fallecimientos de personajes reales como el de la emperatriz Isabel de Portugal (1539) y del rey Manuel de Portugal (1578). Ahora bien, la última vez que las personas oyeron la campana fue el 12 de abril de 1686, tal vez presagiando el fin de la Casa de los Austrias en España.

Se decía que cuando la campana tocaba por sí sola, nadie podía aproximarse a ella; un osado canónigo lo intentó y recibió una sacudida tan fuerte que duró en cama varios meses. También, el campanero la hacía sonar para alejar las tormentas.

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La Armengola

Creator:Vicente Navarro [Public domain], via Wikimedia Commons

Leyenda de La Armengola

Leyenda española de principios del siglo XIII. Personaje ficticio de la historia de Orihuela, provincia de Alicante. La leyenda cuenta que La Armengola tenía por nombre Hermenegilda Eugenia y era la mujer de Pedro Armengol, de ahí su apodo. Una figura muy importante en Orihuela. Para ese momento la ciudad tenía mucha migración musulmana. En el castillo vivió el alcaide Benzaddon con su familia. La Armengola, era la nodriza de los hijos de Benzaddon. Un día, los mudéjares locales se reunieron con los del Reino de Murcia para asesinar a los cristianos residentes en la mozarabía del Arrabal Roig. Benzaddon le contó a la mujer sus planes para que fuera a refugiarse al castillo junto con su familia.

La Armengola como fiel cristiana decidió advertir al alcaide cristiano de la masacre que iba a cometer. Así pues, en la noche del 16 de julio disfrazó a dos jóvenes (Aruns y Ruidoms) de mujeres para que hicieran las veces de sus hijas. De este modo, entraron, y atacaron a todos los habitantes del castillo de Benzaddon. Lograron tomarse el castillo. El día siguiente se celebraba la fiesta de Santas Justas y Rufina, patronas de Orihuela, se colocaron dos luceros en el castillo en su honor, y también para avisar al pueblo oriolano de su libertad.

Jaime I de Aragón terminaría por echar a los musulmanes de Orihuela. Así que, el 17 de julio se conmemora la hazaña de esta mujer guerrera y de la Reconquista de Orihuela.

Influencia de La Armengola en Orihuela

Desde 1991 anualmente se elige a una mujer oriolana para representar la figura de La Armengola durante las Fiestas de Moros y Cristianos de Orihuela. Se han realizado varias adaptaciones teatrales y cinematográficas de esta historia. Por ejemplo: Armengola, la leyenda (2011).

En el campo de la pintura hay varios oleos sobre lienzo. Actualmente, uno expuesto en el Museo de las Fiestas de la Reconquista (Orihuela). En el cuadro, hay un primer plano La Armengola con el Estandarte del Oriol, muy representativo de la ciudad de Orihuela. En un segundo plano, podemos apreciar a las Santas Justa y Rufina, dos santas muy veneradas por los oriolanos.

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