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Costa Rica

La piedra del encanto

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Leyenda de La piedra del encanto

Leyenda de Costa Rica. En un pueblo bañado por tres ríos, cubierta de cafetales, breñones y bosques. Allí en Tres Ríos, se encuentran varias piedras de gran tamaño, superpuestas unas sobre otras como travesuras de gigante. Las irregularidades de las rocas forman una cueva. Alrededor de este hermoso suceso, se tejió una hermosa leyenda de amor entre una bella mujer descendiente de españoles, y un indio hijo de caciques.

En la época de la colonia llegó a este lugar don Pánfilo Aguilar, viejo cartago, con su esposa y sus hijos. En las cercanías del Tiribí construyó su rancho y poco a poco le fue dando forma y vida. Su hija Catalina, era muy hermosa y llamaba la atención de todos los hombres. Pero a pesar de que más de un mancebo cartago puso en ella sus ojos, ella estaba enamorada de Mequeche, los hijos de un cacique que habitaba por los predios cercanos a La Carpintera, Ulatava.

Catalina lo veía como un héroe. Su familia rápidamente se alertó de esta situación y no permitirían que esta noble dama se entrometiera con un simple indio. Se adoptó una decisión: trasladar a Catalina a Cartago, para alejarla del indígena. Ante esta situación, una voz le dijo al muchacho: “Roba a tu amada”. Así lo hizo. Cuando los Aguilar se dieron cuenta de la desaparición de su hija, empezaron a buscarla, se dirigieron a las piedras del encanto. Solamente se veía una cueva muy pequeña y una hendidura. Nunca más se volvió a ver a Mequeche y Catalina. Se dice que los enamorados que visitan la piedra en noches de luna llena, observan sobre ella una joven de cabellos rubios que acaricia a un joven moreno, desnudo hasta la cintura y adornado con sus armas de caza.

Costa Rica

Los Muerras

Wayne77 [CC BY-SA 4.0], via Wikimedia Commons

Leyenda de Los Muerras

Leyenda costarricense. Se trata de famosos gigantes que bajaban por la serranía de Tilarán, o por las aguas de Río Frío, procedentes de las islas del Lago de Nicaragua; algunos indican que eran los Niquiras, y que se encontraban en la Isla Sagrada Zapatera. Los Muerras eran excelentes invasores y no les importaba arrasar con todo para quedarse con estas tierras. En una ocasión tomaron como rehén a una india maleku que logró escapar de la isla sagrada y relatar la escalofriante experiencia, aseguró que hacían constantes sacrificios humanos. La joven logró llegar nadando hasta el río Zapote. Los hombres guerreros de su tribu estaban organizando un ataque a los Muerras.

Esta mujer se encontraba en un estado de shock por todo lo que había tenido que presenciar y también por los hechizos que le habían practicado. Un indio de su tribu juró vengarse de los Muerras. El hombre quien en realidad estaba enamorado de la mujer la llevó en sus hombros atado con una piedra al río Zapote, y, atravesando la montaña, después de caminar durante todo el día, llegó a la desembocadura del Caño de Mango en el Río Frío. Se dice que el hombre vio una visión de la india que le decía que luego de dormir encontraría unas plumas para ponérselas como una corona y tendrá una gran fortaleza. Para convencerlo, le dijo que tomará los carrizos de la orilla del río y sus manos se volverán mazos y hachas, con los cuales tu gente podrá vencer a los Muerras.

Aprovecharon un día en el que estos hombres estaban bebiendo para atacar y matar a todos los Muerras. Sin embargo, corrió tanta sangre aquel día victorioso que muchos indios votos morían en el Caño por las graves heridas. Desde ese momento fue costumbre acudir al Caño de la Muerte para rememorar a esos valientes hombres y los poderes de esta mujer.

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Costa Rica

Las Hormigas de Nandayure

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Leyenda de Las Hormigas de Nandayure

Leyenda costarricense. Cuenta la historia de una mujer muy bella llamada Nandayure frecuentemente participaba de en travesías espirituales, por las alturas de los cerros de Maquenco y Las Camas. Al llegar a su palenque en Beda, capital del señorío chorotega, encontró sus cosas revueltas y a sus numerosas esclavas vestidas con su misma ropa, en un alboroto singular. Así que, entró en un periodo de cólera y cogió a empellones a sus criadas.

Entonces, Mantlatl, la jefa de todas, recomendada del cacique Nambí, se quejó a éste por lo que consideraba una ofensa; y el cacique la retornó a su puesto. Claramente, Nandayure no estuvo conforme con el fallo; fue a la selva profunda e invocó al Espíritu Creador y le pidió consejo. El Gran Espíritu, la escuchó y le concedió el poder de cambiar las formas humanas de sus rebeldes servidoras.

Nandayure llegada a la tribu, por pura curiosidad, empleó su poder y convirtió a las jóvenes en hormigas zompopas. Pero, al poco tiempo sintió una gran tristeza y volvió a ver al Gran Espíritu para volverlas a su estado natural, pero el ente se negó a concederle esa gracia hasta que aquellas mujeres no pagaran con buenas acciones su mala acción. Desde aquel momento, existe en la zona las hormigas de Nandayure, estas hormigas tienen la virtud de adivinar los buenos y malos pensamientos que se esconden dentro del alma de las gentes. Las hormigas arrasan con las matas de aquellos labriegos que albergan malos sentimientos en su corazón. De este modo, esa persona debe dejar la zona porque las hormigas de Nandayure, jamás lo dejan prosperar.

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Costa Rica

La Piedra de San Isidro de San Ramón

Walters Art Museum [Public domain], via Wikimedia Commons

Leyenda de La Piedra de San Isidro de San Ramón

Cuenta el relato que los indios huetares adoraban al dio sol, y realizaban muchos sacrificios para pedirle favores; además le construyeron: un altar de piedra muy grande. Los huetares nacidos en el mes de marzo eran consagrados al dios sol. La hija del cacique era una mujer muy bella y por ser nacida en el mes de marzo estaba destinada al sacrificio. Esta muchacha, llamada Yumbaruti, era sacerdotisa. Cuando la princesa cumplía los 15 años, tenía que bailar alrededor de un círculo, cuyo centro tendría un arco con una vasija llena de hojas, esencias y resinas. La única manera de salvar su vida es que al terminar la danza el contenido arda y aún el sol no se había puesto, era señal de contento del dios, con lo cual perdonaba el sacrificio.

Meses antes de sus 15 años llegó al pueblo, un joven muy apuesto, perteneciente a la etnia Turichique, se enamoró perdidamente de la muchacha. Pero Yumbaruti no lo aceptó, temerosa de que el dios sol se enojara. Sin embargo, no aceptó un no como respuesta y decidió raptar a la princesa. Con ella a las espaldas, se fue a las montañas. Llegó el día de la ceremonia y la princesa regresó a cumplir lo prometido; la muchacha comenzó a bailar desde la pura mañana y le dio el oscurecer y seguía en sus bailes; pero el sol no quiso salir generando una gran oscuridad. Y como no había sol, no ardieron las resinas, ni las esencias, ni las hojas secas, la princesa debía ser sacrificada.

El brujo de la tribu manifestó que la princesa no era pura, y que por tal razón el sol se había negado a salir. Fue amarrada para llevarla al sacrificio. Llegaron a la piedra de los sacrificios y le clavaron una lanza en el corazón, de inmediato comenzó a caer una fina lluvia y, además, un rayo cayó sobre el cadáver, partiendo la piedra en dos. Desde entonces en cada centenario de aquel acontecimiento hay un enorme aguacero, viene la tormenta, caen rayos y se oye fortísimo el cantar de un gallo al mediodía, probablemente sea el espíritu de Turichique que aún vaga en busca de su amor.

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