Cristianismo
Incensario
Simbolismo del incensario
El incensario, también conocido como turífero, turíbulo o botafumeiro, es un recipiente en el cual se queman esencias con ayuda de carbón y hojas para producir humo con olores característicos. Este ritual, conocido como sahumerio, ha sido realizado por diferentes culturas a lo largo de la historia, aunque en la actualidad se relaciona casi unívocamente con la misa cristiana. Para que el portador del incensario no se queme las manos, este se encuentra suspendido por unas cadenas o unos cordones, los cuales facilitan que se batido en el aire con el fin de que el humo se esparza mejor. Para el caso de las ceremonias cristianas, el incensario tiene su origen en las tradiciones del judaísmo, en especial del Segundo Templo Judío.
En el misal romano, el incensario se permitió para cualquier tipo de misa. Por ejemplo, en la procesión de entrada, en la procesión del Evangelio, en el comienzo de la misa para el incienso del altar y la cruz
Así, tres balanceos dobles para las reliquias de la Santa Cruz, el Santísimo Sacramento, las ofrendas que se ofrecen en sacrificio a la Misa, los libros de los Evangelios, la cruz del altar, el sacerdote, las personas, la Vela Pascual y las imágenes del Señor; dos balanceos dobles para las imágenes de los santos y las reliquias luego de la incineración del altar y al inicio de la celebración
El incienso se utiliza debido a que los árboles de los que son obtenidos son tomados como símbolos de Cristo. Así, el humo que asciende del incensario es una representación de la elevación de Cristo hasta el Cielo
Cristianismo
Capelo
Simbolismo del capelo
El capelo, también conocido como galero, es un sombrero de ala ancha que utilizaban las personalidades más importantes del clero, como los arzobispos y los cardenales. Este sombrero, usualmente de color rojo, se distinguía por llevar un par de cordones a los lados que terminaban en varias borlas que caía sobre el pecho. Se cree que este fue inspirado en el sombrero de peregrino y que comenzó a ser utilizado alrededor del siglo XIV.
En un principio, su uso sólo era permitido para cardenales, pues representaba la corona del Príncipe de la Iglesia. De esta manera, el papa Inocencio IV decretó en el primer Concilio de Lyon, en 1245, que los cardenales llevaran capelo rojo. Así podría distinguir a sus favoritos entre las procesiones del Concilio. Poco después, Jean Cholet le entregó su capelo a Charles Valois en 1285 como símbolo de la corona de Aragón, y por ello fue conocido durante la Cruzada aragonesa como rey del sombrero (roi du Chapeau).
Según dicta la tradición, cuando el sacerdote que utilizaba el capelo moría, esta prenda se debía colgar sobre su tumba, de forma que las borlas cayeran y quedaran flotando en el aire. Esto se puede observar en distintas iglesias y templos, donde algunos capelos siguen suspendidos hoy en día
Anteriormente, el capelo era entregado a los cardenales junto a un diploma por el Papa durante el Consistorio; pero esto se eliminó en 1969 por un decreto emitido en el Concilio Vaticano II, pues se buscaba que las figuras religiosas fueran humildes y cercanas al pueblo. En la actualidad, el capelo ya no es de uso común entre las personalidades religiosas. Aunque se cree que varios cardenales obtienen o mandan a realizar capelos en secreto o de forma no pública para mantener viva esta tradición, en es especial la de dejar el capelo colgado sobre la tumba del sacerdote.
Como símbolo heráldico, se puede encontrar en varios colores: rojo, vino tinto, café y hasta verde. Por lo general, esta pieza se usa en blasones eclesiásticos y funciona como corona y soporte del escudo, pues se coloca por encima y se deja que sus borlas caigan a los lados. De esta manera, se da la sensación de que el capelo abraza el escudo, de la misma forma que Dios y la Iglesia abrazan a sus seguidores. Por algún tiempo, el capeo fue introducido en la heráldica cristiana sin ningún tipo de reglamento, hasta que el papa Pío X reguló todo definitivamente. A través del decreto que emitió el 21 de febrero de 1905, quedaron regulados los colores, el tamaño y el número de borlas que debía tener cada pieza heráldica según el siguiente criterio:
- Cardenal: de color rojo con borlas rojas 2×15.
- Patriarca y primado: de color verde con borlas verdes 2×15.
- Arzobispo: de color verde con borlas verdes2x10.
- Obispo, prelado territorial y abad mitrado: de color verde con borlas verdes 2×6.
- Prelado de la Cámara Apostólica: de color púrpura con borlas rojas 2×10.
- Protonotario apostólico: de color púrpura con borlas rojas 2×6.
- Prelado de honor y doméstico de Su Santidad: de color púrpura con borlas púrpuras 2×6.
- Canónigo de la basílica mayor y Capellán de Su Santidad: de color negro con borlas púrpuras 2×6.
- Vicario general, abad, protonotario apostólico honorario y vicario episcopal: de color negro con borlas negras 2×6.
- Canónigo y prior: de color negro con borlas negras 2×3.
- Vicario foráneo, arcipreste y deán: de color negro con borlas negras 2×6.
- Presbítero: de color negro con borlas negras 2×1.
- Diácono: de color negro y sin borlas.
Cristianismo
INRI
Simbolismo de INRI
INRI son las siglas de la frase en latín IESVS NAZARENVS REX IVDAEORVM, que podría traducirse como “Jesús de Nazaret, rey de los judíos”. Esta inscripción puede encontrarse en los crucifijos como un letrero sobre la cabeza de Cristo o en las representaciones pictóricas y escultoras que se han hecho de él. Según dicta la Biblia, esta frase fue tallada en una tablilla de madera, conocida como titulus, bajo la orden del prefecto romano Poncio Pilatos.
Las versiones y las equivalencias que se hacen de esta inscripción varían según el evangelio. De esta manera, Marcos menciona que se escribió “el rey de los judíos”; Lucas, “este es el rey de los judíos”; Mateo, “este es Jesús, el rey de los judíos”; y Juan, “Jesús de Nazaret, rey de los judíos”. Aunque esta última versión fue la que ganó más popularidad y de ella proviene INRI. No obstante, algunas iglesias ortodoxas utilizan las iniciales INBI, que vendría de la misma frase pero escrita en griego.
Según narra la Biblia, Poncio Pilatos mandó a hacer la inscripción y la puso sobre la cima de la cruz para que todos los judíos lo leyeran y se sintieran humillados al ver que su rey era un condenado y crucificado. Además, se narra que la crucifixión tuvo lugar en una región cercana a la ciudad (El Calvario o Gólgota) y que fue inscrita en latín, hebreo y griego, de forma de que todos pudieran leerla. Según varios especialistas, que este hecho sea mencionado en los cuatro evangelios prueba la veracidad de la pasión de Cristo, otorgándole la condición de acontecimiento histórico; aunque otros historiadores y estudiosos no opinan lo mismo.
Lo que sí es cierto es que el titulus era colgado en el cuello de los condenados mientras iban camino a la crucifixión. En esta tablilla se escribía el crimen que habían cometido, de tal forma que las personas pudieran enterarse por qué razón iban a morir
Más allá de los cuatro evangelios canónicos, la inscripción en la tablilla también aparece en el Evangelio de Pedro, 4, 11, texto apócrifo que data del siglo II. Además, en varios apartados del Nuevo Testamento se hace referencia a que Jesús se hacía conocer y era conocido como el rey de los judíos