La corona es un símbolo universal de la soberanía, la nobleza y el poder. El primer registro que se tiene de una corona metálica se encuentra en la Eneida de Virgilio, donde se narra que Apolonio, quien se decía nieta de Apolo, llevaba una sobre la cabeza durante el enfrentamiento entre Turno y Eneas. No obstante, la idea de la corona en el mundo mediterráneo proviene de la corona de laurel. La corona es un objeto que se pone en lo alto de la cabeza, cima del cuerpo humano. Por esta razón, amplifica lo valores de esta: la cercanía con el cielo, la dignidad, la categoría, la superioridad, la inteligencia, lo divino y la trascendencia. Además de esto, tiene una forma circular, que representa su perfección y la de quien la porta, así como le otorga una relación con el Sol, la luz y la iluminación. Cuando la corona tiene forma de cono, se vuelve un símbolo vertical que amplifica sus interpretaciones relacionadas con el cielo, determinando una autoridad absoluta.
La corona de laurel, también conocida como diadema de laurel o lauréola, es, como su nombre lo indica, una corona circular hecha a partir de ramas u hojas de laurel. Esta corona se les entregaba en la antigüedad a los deportistas que ganaban los juegos olímpicos y a los poetas que creaban las mejores obras en los concursos literarios. De ahí proviene el término laureado, que significa “destacado por su excelencia”. De igual forma, de esta costumbre proviene también el dicho popular de “dormirse en los laureles”, que habla sobre aquellas personas que descuidan su trabajo o dejan de esforzarse por tener algún reconocimiento previo.
Después de que el uso fuera implantado en los juegos olímpicos y en los concursos literarios de la antigua Grecia, las coronas de laurel fueron entregadas en el Imperio Romano como una forma de agradecimiento y reconocimiento a los mejores soldados y comandantes del Ejército. Después, la corona fue utilizada por las personas más eminentes de la sociedad, como los emperadores. Por ello se asocia, más allá de la excelencia, con el poder. Y es que el propio Julio César llevaba una corona de laurel, aunque algunos historiadores y cronistas creían que era para ocultar su calvicie… De todas formas, la imagen del emperador coronado fue utilizada para las distintas representaciones que se hicieron de Julio César y sus sucesores.
Por tanto, no es extraño encontrar monedas de la antigüedad con la imagen estampada del emperador del momento con una corona de laurel en la antigüedad. Más allá del estatus que significaba llevar la corona de laurel
Después de que el uso de las coronas de laurel se extendiera entre los emperadores romanos y los gobernadores cercanos, en la época feudal y la Edad Media los reyes comenzaron a utilizar coronas de oro, cosa que hubiera sido de gran aversión en la antigüedad por la imagen de modestia que querían dar los gobernadores. Por esta razón, las coronas de los reyes tienen formas similares a las hojas de laurel. Poco después, las coronas se extendieron a los nobles, distinguiéndose cada una dependiendo de si se trataban de duques, marqueses, condes, vizcondes o barones. Más tarde, la corona fue introducida como un mueble en los escudos de armas, principalmente de los reyes y su corte. Lo mismo ocurrió con las coronas religiosas, como la tiara papal.
En la cultura tibetana, los sacerdotes llevan una corona con cinco figuras, cada una de las cuales representa los cinco Buddhas, los cinco puntos cardinales más el centro. De esta forma, la corona simboliza las fuerzas interiores y exteriores que se concentran en los sacrificios y las ceremonias, y les otorga su valor ético y espiritual
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