Simbolismo del león

El león es uno de los felinos más grandes que hay sobre la tierra, cuyo tamaño sólo es superada por dos especies de tigre: el siberiano y el de Bengala. Pese a esto, se cree, con suficientes razones, que el león es superior a este último en términos de fuerza y fiereza. Por ello, se le considera como el rey de la selva y como el rey de los animales, pues entre sus presas se cuentan distintas criaturas como el búfalo, la cebra, la gacela, el cocodrilo, el hipopótamo, la jirafa, el elefante y el ciervo, entre otros. Por todo ello, el león es considerado como un símbolo de la soberanía, el poder, la fuerza, la valentía y el coraje. Además, dado que su actividad es mayoritariamente diurna y que su pelaje es amarillento como la sabana, se le tiene por una manifestación de, sol, la luz, el oro y el verbo.

Por todo lo anterior, distintas religiones emparentan a la persona más importante de su panteón con este animal. Por ejemplo, se dice que Cristo es el león de las personas de Judá; que Buda es el león de los Shakya; y que Krishna es como el león en medio de los animales. Por la fuerza de sus garras y su mandíbula, el león es considerado como un símbolo de la destrucción e incluso de la ignorancia dentro del budismo. Esto se debe a la oposición entre la fuerza y la meditación, entre la resolución de los problemas por las vías del hecho y no por el diálogo o la paciencia. No obstante, el león es un símbolo ambivalente dentro de esta religión, pues se dice que Buda ruge como un león o que es tan efectivo como este; además, se dice que este felino es el portador del conocimiento, pues su rugido se puede escuchar a kilómetros de distancia.

Dado que es un símbolo de poder y soberanía, también lo es de justicia. Por ello el león se puede ver representado en instituciones gubernamentales y judiciales, como en el escudo de armas de los reyes franceses, en los monjes medievales y en el trono de Salomón. También por ello aparece como juez en distintos relatos tradicionales, donde soluciona los problemas de los demás animales. De igual forma, simboliza al Cristo juez, y el Cristo doctor, pues se le muestra con un rollo o un libro entre las fauces. Por ello se interpreta que el león dentro de la Biblia es una manifestación de Cristo. Dicha asociación se debe al cuerpo desequilibrado del león: más grande y ostentosa adelante, que representaría la naturaleza divina de Cristo; y más débil y sencilla en la parte de atrás, que simbolizaría la naturaleza humana y terrenal del salvador.

Aun así, al igual que en el budismo, el león encarna una significación doble y opuesta, pues también encarna el aspecto negativo de la voracidad, lo salvaje y la fuerza incontrolable. Por ello, al mismo tiempo que es símbolo de Cristo, es también símbolo del Anticristo, como si se tratara de las dos caras de una misma moneda. Además, en el mundo medieval, debido a que estaba estampado en los escudos de armas de distintos monarcas, se le asoció con el despotismo, con la autoridad y con la sed por el poder y la perversión.

Por otro lado, en Oriente se tiene como una manifestación del dragón. De tal forma que funge como protector contra las fuerzas malignas. Por ello se celebraban en Japón las Shishimai (Danzas del león), las cuales tenían lugar el primero de enero y en otras festividades. Estas se desarrollaban tanto en santuarios públicos como en espacios privados, donde las personas llevaban máscaras de león y bailaban al son de la música. Al igual que con el dragón, mientras una persona llevaba la máscara al frente, el resto del cuerpo era simulado con telas que eran soportadas por varias personas atrás. Gracias a este ritual, se creía que eran expulsados los demonios y que las personas participantes eran bendecidas con prosperidad y salud para sus familias y pueblos.

Mientras tanto, dentro de la iconografía hindú, la leona representaba al sol y al aspecto terrible de Mäyä. En Egipto, los leones también simbolizaban el sol, y se le solía representar en parejas para que sus lomos trajeran la idea de los dos horizontes: el oeste y el este. Del tal manera, que la pareja simbolizaba el transcurso del tiempo y del día, el ayer y el mañana. Así, el León de Oriente y el León de Occidente, quienes devoran el sol, representaban la resurrección, el reposo y el esfuerzo. Significados similares pueden encontrarse en distintas culturas, donde el león devora al toro, en clara relación con el día que consume la noche. Por tanto, el león representa el ciclo, la renovación, el infinito y el todo.

Daniel Collazos

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