Baco (mitología romana)

Baco. Dios del vino. Es representado con el delirio y en el desenfreno, suele ser representado siempre estando en compañía de una copa de vino y un racimo de uvas. Se le asoció con la danza porque siempre participaba en encuentros artísticos. Sus padres eran Júpiter y la mortal Semele; hija de un rey de Grecia. Tuvo que afrontar la ira y el odio que Juno sentía por él al ser uno de los tantos hijos producto de la infidelidad de Júpiter. En la mitología griega es asemejado con Dionisio.

Acudía a la música, especialmente a un instrumento llamado aulós para liberar de la preocupación. Su figura se distingue por representar a un hombre bastante joven y atractivo. Desde muy temprana edad estuvo cercano a la danza y la música por su crianza en la mansión de las ninfas. Su participación en la batalla contra los Gigantes

quienes trataban de apoderarse de los cielos fue relevante porque Baco tomó la forma de un león y luchó contra ellos.

En una aventura hacia la India se encontró a Júpiter

y le pidió algo de agua. Su padre le envió a un carnero que lo guió hasta una fuente donde pudo beber y mitigar su sufrimiento. Una vez que volvió a su tierra, se desposó con Ariadna, una de las hijas de Minos, y emprendió la misión de ser reconocido como dios, castigando duramente a quienes no le reconocieran como tal. Las primeras en ser castigadas fueron Iris, Climena y Alcitoé, las Mineidas, a las que transformó en murciélagos por no rendirle homenaje durante las celebraciones en su honor. Licurgo, gobernante de los dones de Tracia fue llevado a lo más profundo de un bosque y abandonado allí como alimento para las fieras salvajes.

 

El culto a Baco

En su honor se desarrollaban bacanales, se llevaban a cabo generalmente en secreto. Eran fiestas de grandes proporciones donde se bebía considerablemente y se planeaban conspiraciones políticas. En un principio solo podían asistir mujeres, aunque más tarde los hombres también eran bienvenidos. El senado limitó severamente el culto a Baco.