En una zona llamada la Pedriza en el sur de la Sierra de Guadarrama se encuentra la Cueva de la Mora, una gruta de muy difícil acceso que está emplazada cerca del refugio Giner de los Ríos. Un moro adinerado vivía muy cerca a Madrid. Tenía una única hija, era muy hermosa. Constantemente rechazaba sus pretendientes. Un día se encontraba por el río Manzanares. Allí encontró a un joven que descansaba en la sombra. El joven cristiano y la hija del moro sintieron una enorme atracción.
Posteriormente, el joven se presentó ante el padre para pedir la mano de su hija. Evidentemente el moro rechazó la petición del joven cristiano. Ordenó que lo expulsaran de su casa y a su hija le prohibió volver a verlo. Tras este suceso el joven partió a tierras lejanas mandando un mensaje de despedida a su amada. Fue tal el caso que su padre la encerró. Pasaron varios meses y la joven seguía esperanzada en ver a su amado. La joven no aceptaba tal cosa. Finalmente, cansado de la actitud de su hija la envió a una cueva. La joven no cambió de opinión sólo quería esperar al joven cristiano. Un día, una de sus sirvientas encontró el cuerpo sin vida de la joven en mitad de la cueva. Cuenta la leyenda que todos los años, en la fecha en la que su amado partió a tierras lejanas, la joven aparece en la colina. La han visto muy triste y con su mirada ausente.
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