La bruja es, en palabras de Jung, una manifestación del ánima masculino. Es decir, una proyección de las características femeninas primitivas que subyacen en el inconsciente del hombre. Mientras que, para las mujeres, la bruja es el símbolo del diablo, en el cual se ven proyectadas sus pulsiones más reprimidas. De esta manera, la bruja es, ante todo, un símbolo de lo malévolo y de lo primitivo. Por lo tanto, para la psicología, la bruja es la antítesis de la mujer ideal, alimentada en nuestro inconsciente por nuestras penas, nuestras frustraciones y nuestro sufrimiento. Jung anota, además, que las manifestaciones del ánima usualmente están representadas con mujeres, pues estas se encuentran más cercanas a los espíritus y las fuerzas sobrenaturales. Por lo que no es raro que el mal haya sido encarnado en la imagen de la bruja.
Más allá de esta lectura que hace la psicología de la imagen de la bruja, es de anotar que el concepto nació en la Edad Media como una forma de la Iglesia de degradar a las mujeres que conservaban tradiciones orientales o paganas
En el mundo antiguo, la bruja era la sacerdotisa, la mujer entregada a una deidad y que podía encontrarse en un templo o un sitio espiritual. Así que esta funcionaba como un enlace entre los dioses y los mortales, Por esta razón, la hechicera es símbolo de la unión, de lo que está en el medio, de lo celestial y lo terrenal. También, la bruja es un símbolo de lo primitivo, de la naturaleza, de lo animal. Por ello siempre se le representaba viviendo en medio del bosque y escapando tras convertirse en búho, murciélago u otro animal volador. O volaba ella misma sobre una escoba. La bruja está asociada entonces al vuelo, al ascenso, al plano intermedio entre lo divino y lo terreno, tal y como se señalaba antes.
La representación de la bruja reunida con otras mujeres junto a un cabro, una fogata o un caldero proviene de las bacanales. Estas eran celebraciones dedicadas al dios Baco a las cuales sólo podía ir mujeres. Se decía que, en estas, dado que Baco era el dios del vino, las mujeres se entregaban a sus deseos y se liberaban de toda la carga moral de su sociedad. Por tanto, la bruja es un símbolo la liberación y la pasión, que pueden verse simbolizadas en el fuego. El fuego es uno de los cuatro elementos de la naturaleza, el cual se encuentra en oposición al agua, símbolo de la mujer, lo femenino y la maternidad. De esta manera, la bruja es una extensión del diablo, del inframundo, del fuego de los infiernos; pero también del fuego de la pasión, de lo sexual.
Esto último no tiene relación con el amor o con el matrimonio, sino todo lo contrario, pues la bruja funge en los relatos y las leyendas como el obstáculo entre el héroe y la amada. De tal manera que la bruja es un símbolo solamente de la lujuria e incluso de infidelidad. Siguiendo esta misma idea, representa el desvío del camino moral, honesto y entregado a Dios, de la infidelidad a la Iglesia y la santísima trinidad. La bruja es así símbolo del pecado y de la soledad, siempre aislada del mundo por su visión distinta de este.
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