Simbolismo de la abeja

Debido su naturaleza de organización y vida cooperativa, la abeja es considerada por muchas culturas como un símbolo de la diligencia, el orden, la disciplina y la civilización. Por esta razón, san Clemente de Alejandría señala la vida de la abeja dentro de la colmena como una metáfora de la vida consagrada a Dios dentro del monasterio. Lo mismo opina Teolepto de Filadelfia. Mientras tanto, en Caldea y en Francia fue tenida como símbolo del desarrollo social de las monarquías y los imperios, en tanto las abejas estaban al servicio de una reina y sacaban adelante su sociedad por medio del trabajo organizado y la obediencia. También era considerada como un símbolo solar por tener seis patas, por su característico color amarillo y por su relación con las flores y la primavera.

Por el color amarillo y negro de su cuerpo, la abeja era considerada en el Antiguo Egipto como un símbolo del rayo y del alma, pues habrían sido creadas a partir de las lágrimas de Ra, el dios del Sol

. Mientras tanto, en China no se diferenciaba de los pájaros y se tenía por un símbolo nefasto asociado a la guerra. Esto se debía al zumbido de sus alas y al aguijón que tiene en la cola, cuyo uso le provoca la muerte. Por tanto, está relacionada con el hombre que empuña un arma y muere en batalla como guerrero. Para los musulmanes, las abejas son ángeles que eligen las mejores flores, lo cual sirve de guía para que las personas se acerquen a Dios. En la Europa medieval se conocía una historia según la cual las abejas habitaban en el paraíso y fueron traídas a la tierra por la acción del ser humano.

En la lengua hebrea, se designaba a la abeja con la palabra dbure, proveniente del vocablo dbr, que traduce palabra. Por eso se relacionaba este animal con el verbo. También era considerada como representante de la realeza, el hijo de la luz, el camino entre lo terrenal y lo espiritual. En la Antigua Grecia se tenían por símbolos litúrgicos e iniciáticos, razón por la cual las sacerdotisas de Efeso y Eleusis eran llamadas “abejas”. También era un símbolo de la resurrección, por lo cual se pueden encontrar dibujos de abejas en algunas tumbas. Esto se debe que no se ven abejas durante el invierno, pues están en su colmena. En la era cristiana, los tres meses de esta estación eran tomados como equivalentes de los tres días que pasó Cristo muerto antes de resucitar.

En la civilización maya, Ah Muzenkab era el dios de las abejas y el patrón de su miel. Dada la importancia que tenía este producto en la vida de los mayas, no es de extrañar que estos adoraran a las abejas de la misma forma como adoraban otros animales, como el jaguar y la serpiente. Si bien la miel se podía consumir directamente, normalmente se utilizaba como un endulzante para otras comidas. Además, se utilizaba como jarabe y para distintas medicinas cuando se combinaba con hierbas y otros productos naturales. Además, podía usarse como cera para la construcción y para la elaboración de artesanías.

Los mayas comenzaron a practicar la apicultura con abejas de la especie Melipona Beecheii, cuyo nombre en lengua maya era Xunan Cab, que puede traducirse como “dama real”. Esta abeja se diferencia de sus parientes de otras regiones geográficas porque no tiene aguijón, por lo que fue más fácil de domesticar y criar. De esta forma, el cultivo de miel tenía lugar en dos ocasiones cada año, cuando un sacerdote agradecía a Ah Muzenkab por permitirles tomar el alimento y la cera que producían sus hijas.