Mito de Sísifo

Dentro de la mitología griega, Sísifo era hijo de Enareta y Eolo, rey y fundador de Éfira, conocida después como Corinto. Fundó los Juegos Ístimicos como homenaje a Melicertes, a quien descubrió tirado en una playa de Corinto. Se le conocía como uno de los hombres más sabios y astutos, aunque también como un mentiroso y un avaro que asesinaba viajeros para aumentar su fortuna. Es por esto, aunque otras fuentes aseguran que fue por revelarle a Asopo quien había raptado a su hija, por lo que Zeus lo castigó. En un primer momento, Tánatos fue a buscarlo, pero Sísifo le esposó las manos, por lo que nadie pereció hasta que Ares pudo liberarlo. Luego de esto, Sísifo fue enviado al inframundo, de donde pudo escapar al decirle a Tánatos que su esposa no le estaba haciendo sacrificios y que iba a castigarla por ello. Así pudo vivir unos años más entre los vivos hasta que finalmente fue llevado de vuelta al inframundo para cumplir con su castigo: empujar una piedra por una ladera una y otra vez hasta el infinito.

Según algunos autores, el mito de Sísifo representaría el ciclo solar, saliendo en la mañana y desapareciendo en la noche; otros creen que este mito habla de las olas del mar, que se levanta y caen sin cesar; los existencialistas veían en Sísifo una metáfora del hombre, un ser incapaz de lograr todos sus propósitos y que está todo el tiempo reconstruyéndose. Concretamente, Albert Camus creía que Sísifo era alegre mientras subía y bajaba la piedra, pues estaba rechazando la muerte; aunque la vida era, al mismo tiempo, un castigo. Este autor creía entonces que Sísifo era un valiente, pues conocía su situación y la aceptaba, a pesar de lo absurda que era.