Los querubines son, según la cosmovisión cristiana, los ángeles que habitan el segundo de los nueve coros celestiales. El término querubín, proveniente del hebreo kərūv (כְּרוּב), el latín cherubus y el acadio ܟܪܘܒܐ, se puede traducir como “los segundos” o “los próximos”, pues eran los guardianes de Dios. No obstante, dado que algunos estudiosos han señalado que el hebreo kerubim significa “ángelito”, usualmente se les confunde con los putti, niños que aparecen en pinturas y esculturas con alas de mariposa o de ángel. Aun así, los querubines no guardan relación con estos, pues son propios de religiones seculares, paganas.
La tradición cristiana ha pensado a estos ángeles como guardianes de Dios y como una carroza del mismo. Esto se debe a que el libro bíblico de Ezequiel menciona que las alas de uno se unían con las de otro, conformando una masa homogénea y voladora, como un carruaje celestial. De igual forma, el mismo Ezequiel refiere que, en conjunto, se movían rápidamente por el cielo, como si se tratara de un relámpago. También se decía que estos ángeles, dada su cercanía con Dios, sólo podían ser vistos por aquellas personas que eran elevadas, a quienes se les abrían las puertas del cielo. En consecuencia, los querubines eran tenidos como los ángeles más sabios, pues eran los únicos que podían ver directamente a Dios y eran los encargados de filtrar su conocimiento hacia las escalas inferiores del Cielo.
Dentro del judaísmo rabínico, la existencia de los querubines es un tema de amplia controversia al igual que la de los demás ángeles, a quienes se les asignaban funciones míticas
Más allá del judaísmo y el cristianismo, los persas también introdujeron a los querubines en su cosmovisión, llamándolos kerubes y asignándoles el rol de guardianes del cielo. Por esta razón se pueden ver representaciones escultóricas de estos en las ruinas de Persépolis, ciudad que en su momento fue la capital del Imperio persa. Estos eran representados como servidores de Mithra, dios solar, luciendo con cuerpos de seres humanos con cuatro alas y cabeza de león. Algunos expertos creen que el origen de estos ángeles se encontraría precisamente en las tradiciones pesas, donde luego serían transformados por los textos bíblicos hebreos tras la cautividad babilónica.
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