Procris y Céfalo

Procris y Céfalo, mitología griega

Dentro de la mitología griega, Procris era hija de los reyes de Atenas, Erecteo y Praxitea. Esta se casó con el hijo de Deyoneo, Céfalo, a quien juró serle eternamente fiel. No obstante, Eos, la diosa que personificaba a la aurora, se enamoró de Céfalo, pues Afrodita la había condenado a enamorarse todo el tiempo de seres mortales. Eos se ofreció a su amado, pero este no le correspondió, alegando que había jurado serle fiel a su esposa. Aun así, Eos, no se rindió y trató de convencerlo de que Procris le sería infiel a cambio de un buen precio. Luego de Céfalo se dejara convencer, la diosa le dio la apariencia de otro hombre. De esta forma, sedujo a Procris con toda clase de regalos hasta que finalmente se acostó con él a cambio de una corona de oro.

Avergonzada por lo que había hecho, Procris escapó y llegó a la ciudad de Creta. Aquí, el rey Minos quiso seducirla, para lo cual le dio dos regalos provenientes de Artemisa: un perro de caza, Lélape, y una jabalina que jamás fallaba. A pesar de que Procris aceptó los regalos, se disfrazó de jovencito y escapó de la ciudad para volver a su lugar natal. Todavía avergonzada, se dedicó a la caza hasta que, un día, se encontró con Céfalo, quien no la reconoció. Este sentía mucha envidia de la jabalina y del sabueso, así que le pidió un precio por estos. Procris aceptó venderlos, pero sólo a cambio de que se acostara con ella. Cuando Céfalo accedió, la mujer le reveló su verdadera identidad y le pidió perdón. Así lograron reconciliarse y tuvieron por hijo a Arcisio, futuro abuelo de Odiseo.

No obstante, Eos maldijo a Céfalo antes de que, debido a su propia maldición, se enamorara de otro mortal. Esta maldición fue escuchada por Artemisa, quien estaba enojada de que sus regalos fueran traficados de forma tan inmoral. Así, sembró en Procris en la semilla de la desconfianza. A pesar de la reconciliación, esta siguió sospechando de que su esposo y Eos seguían viéndose. Y sus sospechas fueron falsamente confirmadas cuando un transeúnte le dijo que había escuchado a Céfalo en medio del bosque cantando un himno a la aurora. Procris entonces se escondió en un arbusto al día siguiente y lo escuchó cantar nuevamente el himno, por lo que pensó que este estaba seduciendo a Eos. La tensión fue tanta, que hizo mover el arbusto donde estaba. Céfalo se espantó pensando que era na bestia y le lanzó la jabalina, atravesando a Procris.