Pigmalión

Pigmalión, mitología griega

Dentro de la mitología griega, Pigmalión fue un escultor de la ciudad de Chipre que se enamoró de la escultura de una mujer que él mismo había realizado. Según se cuenta, Pigmalión era el rey de dicha ciudad, y buscó durante mucho tiempo a una mujer que fuera digna para casarse con él. Su futuro esposa sólo necesitaba cumplir con una única condición: ser perfecta. No obstante, no encontró a nadie con esta característica, así que decidió abandonar su búsqueda y dedicarse a la escultura en un vano intento de olvidar su soledad. De esta forma, fue como un día esculpió a Galate, una estatua tan bella, que su creador terminó enamorándose de ella. Dado que por aquellos días se celebraba el festival de Afrodita, diosa del amor y la belleza, Pigmalión se acercó a su templo y realizó ofrendas, aunque no pudo confesar su gran deseo: encontrar a una mujer tan bella como su escultura. Al volver a casa, Pigmalión besó los labios de marfil de Galatea, notando que estos estaban tibios. Al besarlos nuevamente, se dio cuenta de que ahora habían perdido la dureza de la roca y se sentían como los labios de una mujer verdadera. En ese momento se dio cuenta de que Afrodita había cumplido su deseo secreto.

En otras versiones, Pigmalión se acuesta con el ferviente deseo que su obra se vuelve en una mujer de verdad. Dentro del sueño, y gracias a la intervención de la diosa Afrodita, Pigmalión se encontró con una Galatea de carne y hueso. El escultor se despertó sobresaltado por el dichoso sueño y corrió hasta la estatua, quien se había convertido en una mujer real. A su lado estaba Afrodita, quien le dijo «mereces la felicidad, una felicidad que tus propias manos han plasmado. Pues he aquí a la reina que tanto buscaste. Ámala y defiéndela de todo mal». Más adelante, Pigmalión y Galatea tuvieron por hijos a Pafos y a Metarme. La historia de Pigmalión y Galatea puede encontrarse relatada en Las metamorfosis