Momo

Momo, mitología griega

Dentro de la mitología griega, Momo era la personificación de las bromas, la burla, la ironía y el sarcasmo. Este era invocado usualmente por los poetas y los escritores para obtener la inspiración necesaria para escribir obras cómicas o críticas injustas y malintencionadas. Según anota Hesíodo, este era hijo de Nix, aunque no fue criado por esta. De hecho, se cuenta que este fue expulsado por los dioses del Olimpo debido a su comportamiento burlesco. De ahí podría venir su nombre, que está relacionado con la palabra “culpa”. Se dice que se burló de Afrodita, aunque no pudo criticar su apariencia física, por lo que dijo que sus sandalias eran chirriantes y que hablaba demasiado. A Hefestos le criticó el que hubiera hecho a los hombres sin una puerta en su corazón, que podría servir para abrirla y percatarse si lo que decían los hombres era cierto o no.

Este ser tiene un papel importante dentro de dos fábulas de Esopo y algunos relatos más. Así, una de estas narraciones decía que se le había pedido a Momo que juzgara la obra de tres dioses distintos: un hombre, una casa y un toro. No obstante, este encuentra que todo está mal

. Dice que el hombre está mal porque no se le puede ver el corazón a simple vista, que la casa está mal porque debería tener ruedas para huir de los malos vecinos, y que el toro también está mal porque debería tener ojos en los cuernos con los cuales guiarse durante las embestidas. Esta fábula sirvió para que la palabra “momo” se utilizara para denominar la búsqueda y el hallazgo de falencias en algo. Conocido por su afán de criticar todo cuanto apreciaba, se dice que Momo fue llamado para juzgar unas estatuas que había esculpido Praxiteles, el escultor más famoso del siglo IV a. C. del ático clásico. Según narra la fábula, Momo fue incapaz de encontrar un defecto o algo de lo que burlarse, así que se dirigió a Zeus y dijo: «Padre Zeus, esto es perfecto».