Según cuenta la mitología de los tehuelches (también conocidos como patagones, pueblo indígena originario de la Patagonia), en el comienzo de los tiempos sólo había dos cosas: una oscuridad absoluta y Kóoch, que desde el principio había existido. Esta vida oscura y solitaria se había extendido por tanto tiempo, que Kóoch se sintió deprimido y lloró. Fue tal la cantidad de lágrimas que brotaron de sus ojos, que de su llanto se formó Arrok, el Mar de las tormentas y las tristezas. Al ver cómo todo estaba cubierto de agua y cómo el nivel de esta seguía aumentando, Kóoch suspiró, creando el viento, Xóchem, y disipando las nubes que mantenían todo en la oscuridad. Así apareció la luz, y su creador estuvo feliz por algún tiempo. No obstante, al ver que la luz no era del todo suficiente, Kóoch estiró sus brazos y rasgó el cielo, que estaba revestido por un velo de penumbra. Fue así como se creó el Sol, Xalesham. Este, al alcanzar el agua, formó las nubes. Kóoch entonces las tomó y las llevó por todo el cielo, creando el trueno, Katrú, y el relámpago, Lüfke.
Viendo todo lo que había surgido de él, y sintiéndose nuevamente aburrido, Kóoch tomó la decisión de terminar con lo que había empezado. Entonces hizo emerger una isla de entre las aguas, esculpiendo las llanuras y las montañas, y poniendo sobre ella a todos los animales. Esta tierra fue por algún tiempo una zona de total paz y belleza, hasta que nacieron los gigantes, hijos de la Oscuridad. Uno de los gigantes, Nosjthej, secuestró una nube, provocando que las hermanas de esta salieran a su encuentro. Todo esto dio lugar a una gran tormenta que alertó a Kóoch, quien ordenó que, si la nube estaba en embarazo, el hijo que tuviera sería más fuerte que su padre. Escuchando esto, Nosjthej sintió miedo, pues la nube sí estaba embarazada. Así que rajó su vientre con un cuchillo de piedra queriendo comerse al bebé, pero este fue salvado por Térrguer, ratona de campo, quien lo escondió en lo profundo de una cueva.
Con el paso del tiempo, el niño, Elal, terminó adquiriendo una gran fortaleza con la que pudo enfrentarse a su padre. Luego de una encarnizada batalla, al fin pudo derrotarlo, con lo que liberó a todos los animales del yugo de los gigantes. Aun así, Elal tuvo que huir de la isla en el lomo de un pájaro, Kóokne, quien lo llevó a la cima del cerro Chaltén junto con varios pájaros más. Dado que este territorio (ubicado en la Patagonia, entre Chile y Argentina) estaba vacío, Elal convirtió a los pájaros que lo acompañaban en seres humanos, en tehuelches. Y para que estos pudieran tener una vida próspera, creó a las plantas y les enseñó a cultivarlas, y creó a los animales y les enseñó cómo cazarlos con arco y flechas. Además de esto, les entregó el fuego para que pudieran cocinar los alimentos, fraccionó el año en estaciones y les entregó las leyes, con lo que quedó prohibido el incesto y el matrimonio exogámico.
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