Ío, mitología griega

Dentro de la mitología griega, Ío fue una doncella de la ciudad de Argos y sacerdotisade la diosa Hera. Esta era hija de la ninfa Melia y del oceánida Ínaco, aunque en otras versiones su padre es el rey de Pirén, Yaso. Según se cuenta, Zeus se enamoró de Ío y comenzó a presentársele en medio de sueños para decirle que se le entregara en el lago de Lerna. Sorprendida por esto, Ío le contó a su padre su experiencia. Como este no supo qué aconsejarle, fue a consultar al oráculo, quien le dijo que lo mejor sería expulsarla de la casa y así evitar la ira del olímpico. De esta forma, Ínaco obedeció y se desentendió de su hija, pero el amor hacia ella hizo que la mandase a buscar con el tiempo. Así, envió a Cirno para que la trajera de vuelta. No obstante, este llegó a Quersoneso de Caria y no la encontró, por lo que decidió quedarse para no volver con las manos vacías. Fue así como este fundó una ciudad en dicho territorio y se convirtió en rey de la misma. Esto mismo ocurrió con Lirco, quien también fue enviado a buscarla, pero prefirió quedarse en el extranjero, casándose al poco tiempo con la hija del rey Cauno, Caria.

Mientras estas búsquedas infructuosas se estaban llevando a cabo, Ío ya había yacido con Zeus. No obstante, los amantes fueron sorprendidos por Hera, esposa de Zeus, quien decidió seguirlo debido a sus celos. Así, para salvar a su amante de la ira de su esposa, Zeus convirtió a Ío en una ternera blanca y se negó a entregársela a Hera, quien se la estaba exigiendo

. De manera que esta diosa encargó a Argos Panoptes, el gigante de los cien ojos, que la vigilara. Viendo aquello, Zeus encargó a Hermes para que la ayudara. Hermes se transformó en pájaro y llegó entonces donde estaba el gigante, quien tenía amarrada a la ternera. Con ayuda de su flauta, hizo dormir al gigante; y cuando cada uno de los ojos de este monstruo estuvo cerrado, lo asesinó con una piedra afilada. Por su parte, Hera decidió honrar a su servidor y colocó todos sus ojos en las plumas de su ave favorita: el pavo real.

Aún más furiosa por la muerte del gigante, Hera colgó de los cuernos de la ternera un tábano que la picaba eternamente. La ternera entonces corrió sin rumbo debido a las picaduras, atravesando el mar Jónico, Iliria, Tracia, el Cáucaso, África, el estrecho del Bósforo y Egipto, donde finalmente fue convertida de nuevo en mujer por Zeus

. Otra vez reunidos, ambos tuvieron por hijo a Épafo a las orillas del río Nilo. No obstante, el niño fue secuestrado por curetes, quienes habían sido mandados por Hera. Como castigo, estos fueron aniquilados. Así, Ío comenzó un segundo viaje en busca de su hijo, a quien encontró en Siria. Teniendo de nuevo en sus brazos, volvió con él a Egipto y se casó con Telégono. Finalmente, Ío fue divinizada por Zeus y asimilada como Isis.
Daniel Collazos

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