Dentro de la mitología griega, Ifigenia era una aquea hija de Agamenón, rey de Micenas, y su esposa, Clitemnestra. Es reconocida porque Artemisa, diosa de la caza, castigó a Agamenón por haber matado un ciervo dentro de una arboleda sagrada y alardear por ello autodenominándose como el mejor cazador. Por esta razón, cuando sus barcos se encontraban camino a la Guerra de Troya, fueron detenidos en medio del agua debido a fuertes corrientes de aire. Un adivino que iba a bordo reveló que sólo podrían seguir si se calmaba la furia de Artemisa, para lo cual tenían que sacrificar a Ifigenia. Luego de esto, las versiones varían acerca de qué ocurrió después. En algunas, fue efectivamente sacrificada y los guerreros de Micenas pudieron llegar a su destino; en otras, Artemisa se arrepiente en el último momento y la reemplaza por una cierva o una corza, transportando a Ifigenia a Táurica, en Crimea, y convirtiéndola en una de sus sacerdotisas. Según Hesíodo, Ifigenia se transformó en la diosa Hécate; según Antonio Liberal, fue llevada a Leuce y ahí se casó con Aquiles llamándose Orsiloquia.
Ifigenia aparece en un mito posterior en el que se encuentra con su hermano Orestes. Luego de que este asesinara a su madre, Clitemnestra, y a su amante, Egisto, fue perseguido por las Erinias. Para salvarse de dichos monstruos, Apolo le aconsejó que fuera a Táurica y agarrara la estatua de Artemisa que había caído desde los cielos y la llevara a Atenas. Así, Orestes llegó a la isla junto a su amigo Pílades, hijo de Estrofio; pero fueron hechos prisioneros por los tauros, quienes acostumbraban a sacrificar a los extranjeros. La sacerdotisa que debía realizar el sacrificio no era nada más ni nada menos que Ifigenia, quien tardó un momento en reconocer a su hermano. Después de ello, la sacerdotisa y los dos foráneos escaparon de la isla y se instalaron en Micenas, donde Orestes ascendió al trono al matar a Aletes, hijo de Egisto. Mientras tanto, Micenas expandió su territorio al anexar a Argos y a Laconia, e Ifigenia se llevó la estatua al templo de Artemisa en Braurón, Ática, en donde se quedó como sacerdotisa.
Un último relato incluye a Ifigenia y la relaciona con un tal Cimón, pero este no corresponde a la mitología griega sino a una narración del Decamerón. Según cuenta Bocaccio, Cimón era un noble que no tenía ninguna elegancia ni cultura. Un día, el joven chipriota encontró a Ifigenia durmiendo en una arboleda junto al mar
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