Genios (mitología romana)

Genios. También conocidos como Daemon. Son divinidades protectoras de los seres humanos desde su nacimiento, muy cercanas a los ángeles de la guardia. Todos tenían su propio genio y ellos tenían la capacidad de influir en el modo de actuar de cada humano. De hecho, en Roma cada persona tenía dos genios ligados a su ser, uno de carácter amable y su contraparte. Aunque, los genios también protegían elementos de la civilización o de la naturaleza. Eran conocidos como los agentes de Júpiter.

Como una divinidad protectora, se rendía tributo en las fechas que fueran señaladas para su protegido, ya fuera nacimiento, casamiento o deceso. Era responsabilidad de los descendientes rendir tributo a los genios y espíritus de los antepasados, a través de los hogares y penates. Las ofrendes más comunes eran plantas, alimentos y pequeños sacrificios exentos de sangre.

Los genios eran representados como seres alados, y en los monumentos romanos aparecen como jóvenes vestidos con toga, con una pátera o cornucopia en las manos y la cabeza cubierta, tomando los genios locales la forma de una serpiente comiendo una fruta situada ante ella. Los genios también fueron representados como una pareja formada por un joven con una corona de flores o el cuerno de la abundancia, junto a un anciano acompañado de un búho.

Ahora bien, los genios fueron definidos en los textos de Homero habitualmente como una divinidad indeterminada; y en la vida del hombre, equivalía a la fortuna, la suerte, protector del destino o la fatalidad.