Galatea, era hija de Nereo y una ninfa marina de gran belleza. Galatea heredó la hermosura de su madre y además se presentó como una joven virtuosa. Habitaba en el mar pasivo y era el objeto de deseo del cíclope Polifemo. Esta criatura era hijo de Poseidón y de la ninfa Toosa. El hecho es que Galatea no le correspondía porque el corazón de esta dulce doncella había sido arrebatado por un hermoso joven, Acis, hijo del dios Pan y otra ninfa. Así pues, los jóvenes amantes se veían en muchas ocasiones furtivamente.
En una ocasión, Polifemo, los encontró muy enamorados. Acis, asustado, intentó escapar. No obstante, el enfado del cíclope era descomunal, lanzó una roca de lo más pesada encima del joven aplastándolo y matándolo. Galatea corrió hacia su amado llorando. Intentó por todos los medios salvarlo, pero no lo logró. Galatea suplicó a los dioses. Así, los piadosos dioses convirtieron la sangre que manaba de Acis junto a las desconsoladas lágrimas de Galatea en un caudaloso río, y así estuvieron juntos por toda la eternidad.
Hay una versión que indica que Galatea accede al amor del cíclope engendrando a Celto, Gálata e Ilirio.
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