Éaco

Éaco, mitología griega

Dentro de la mitología griega, Éaco fue uno de los reyes de la isla de Egina, en el golfo Sarónico. Este monarca era famoso por su sentido de la justicia y la piedad, por lo que era buscado en toda Grecia para que realizara juicios. Éaco era hijo de Egina y Zeus, uniendo con su nacimiento a los espíritus acuáticos ctónicos y a los dioses olímpicos. Luego de que diera a luz, Egina fue trasladada a la isla de Enone, por aquel momento desierta. Cuando Hera se dio cuenta del engaño, envió una plaga que arrasó con la pequeña población que ya se estaba organizando. Al ver este desastre, Éaco rezó a Zeus y este convirtió a las hormigas en hombres, que fueron conocidos más tarde como Mirmidones en la guerra de Troya. Dado que Éaco era uno de los hijos favoritos de Zeus, al punto de que quiso hacerlo inmortal y lo hubiera hecho de no ser por las Parcas, este mortal lograba que Zeus regara las tierras aun en temporadas secas. Estos hechos insólitos se conmemoraban en el templo de la isla.

Más tarde, Éaco construyó un templo en honor a Zeus y ayudó a Apolo y a Poseidón a construir las murallas de la ciudad de Troya durante el reinado de Laomedonte. Luego, tuvo un romance con la ninfa Psámate, con la que tuvo a Foco, nombre que recibió debido a que su madre quiso escapar de él convirtiéndose en foca. Aun así, Éaco se casó con Endeis, de Megara, y tuvo como hijos a Telamón y a Peleo. Estos, tramados por su madre, invitaron a su hermanastro Foco a participar en el pentalón y lo mataron intencionadamente al darle una pedrada durante el lanzamiento de piedra. Furioso con lo sucedido, Éaco expulsó a sus hijos de la isla; y en represalia por ello, Psámate se convirtió en loba y arrasó con el ganado de Egina. Finalmente, Éaco murió y se convirtió en uno de los jueces del Hades, junto a Minos y Radamantis.