Dentro de la mitología griega, Atlas, también conocido como Atlantis o Atlante, fue un titán hermano de Prometeo, Menecio y Epimeteo, e hijo del también titán Jápeto y de la ninfa Clímene; aunque en otras versiones es hijo de Gea y Éter o Urano. Sea como fuere, Atlas se casó con Hesperis, hija de Héspero, y tuvo con ella a las seis Hespérides: Egle, Aretusa, Eritia, Hesperia, Lípara, Crisótemis y Astérope. Luego de que los titanes fueran derrotados en la Titanomaquia por los dioses olímpicos, Zeus castigó a Atlas haciendo que cargara al cielo por toda la eternidad. Así, el lugar donde este permanecía era en el jardín de las Hespérides, ubicado en el norte de África. Este era característico porque en él crecían manzanos dorados, los cuales habían sido regalados por parte de Gaia a Hera, con motivo de su matrimonio con Zeus. Así, las hijas de Atlas tenían por misión cuidar de los frutos dorados, aunque, dado que los dioses no confiaban del todo en ellas, también pusieron en el lugar a un dragón inmortal de cien cabezas, Ladón.
Cuando Euristeo no aceptó los diez trabajos realizados por Heracles, pues este había tenido ayuda de Yolao y había recibido un pago al lavar los establos de Augías, le ordenó que llevara a cabo dos trabajos más. Uno de estos fue tomar las manzanas doradas del jardín de las hespérides. Heracles se marchó entonces sin saber muy bien el camino, salvando a unos viajeros de un bandolero macedonio, Cicno, y obteniendo la ubicación del lugar luego de capturar al anciano que cambiaba de forma. No obstante, en otras versiones, obtiene la información luego de vencer a Anteo, aplastándolo con un brazo sin dejar que tocara la tierra, pues el contacto con esta lo hacía invencible. Y, en otra versión, bastante difundida, Heracles llega al Cáucaso y se encuentra con Prometeo, quien lo guía a su destino. A su regreso, y a modo de recompensa, este libera al titán de sus cadenas.
Finalmente, Heracles llegó al jardín de las Hespérides, encontrándose con Atlas, quien todavía sostenía el cielo. Dado que este era padre de las hespérides, podía tomar fácilmente las manzanas sin pasar mayores riesgos. Así que Heracles le propuso que recogiera las manzanas por él y, en cambio, sostendría el cielo hasta su regreso. Atlas accedió y regresó con los frutos dorados tal y como había pactado, pero se negó a retomar el cielo. Entonces Heracles lo convenció de que lo tomara sólo por un momento mientras se acomodaba la capa. Atlas cayó en el engaño y tomó de nuevo su lugar, al tiempo que el hijo de Zeus se iba con las manzanas en la mano
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