Mito de Anfión y Zeto

Dentro de la mitología griega, Anfión y Zeto eran dos hermanos gemelos, hijos de Zeus y Antíope. Se dice que Antíope había huido de Tebas luego de que el padre de los dioses la violara, abandonando a los gemelos que nacieron de dicha unión en el monte Citerón. La mujer después llegó a Sición y se casó con el rey del lugar, Epopeo. No obstante, al poco tiempo la ciudad sería atacada por Lico, quien había sido enviado por Nicteo. Lico entonces asesinó a Epopeo y entregó a Antíope como esclava a su esposa, Dirce. Así, Antíope recibió toda clase de humillaciones y malos tratos en Tebas de mano de Dirce, quien envidiaba su belleza y temía que su esposo se enamorara de su esclava. Debido a estos tratos, Antíope logró escapar y se dirigió al monte Citerón, donde encontró a sus hijos. Al contarles lo sucedido, estos se dirigieron a Tebas y conquistaron la ciudad, humillando y asesinando a Dirce tal y como esta lo había hecho con su madre. Los gemelos pasaron a cogobernar la ciudad.

Luego de esto, Anfión logró convertirse en un gran músico luego de haber recibido instrucción del propio Hermes; Zeto se convirtió en un gran cazador y ganadero. Juntos, construyeron el muro de Cadmea para proteger la ciudad de Tebas. Una de las escenas más famosas de esta historia muestra a Zeto luchando con las piedras necesarias para la construcción mientras su hermano hacía que se movieran por sí mismas gracias a su lira.

Luego de costruir el muro, Zeto se casó con Tebe y Anfión con Niobe, pero fue ahí cuando comenzaron las desgracias. Niobe había dado a luz muchos hijos y se había vuelto arrogante, con lo que un día insultó a la diosa Leto, que sólo tenía dos hijos: Apolo y Artemisa. Así que estos últimos asesinaron a los hijos de Niobe y Anfión se suicidó debido a la tristeza de la perdida. Por su parte, Zeto sólo había tenido un hijo, Aedón, pero este fue asesinado por su propia madre en un ataque de locura. Por dicha razón, Zeto se suicidó también al igual que su hermano. El trono de Tebas fue ocupado entonces por Layo, padre de Edipo.