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Milagro y cataclismo

La leyenda del milagro y el cataclismo

Según cuenta el escritor mexicano Guillermo Ernesto Padilla Díaz de León, el rey español Carlos V le regaló al conquistador Hernán Cortés una imagen del Señor de las Misericordias, conocido como el patrono de Tlalnepantla. Este, a su vez, lo regaló al convento de San Francisco, ubicado en la Ciudad de México. Desde ese lugar, la imagen fue trasladada por un tiempo a la iglesia de Tenayuca, y después fue llevada al Convento de Corpus Christi, en Tlanepantla. Sin embargo, en 1666 hubo un incendio en el convento, y como el Señor se salvó de milagro apenas con unas cuantas quemaduras en su espalda, las cuales parecían ampollas reales que estuviera en la piel de una persona real, se le pasó a llamar “Señor de las Ampollas”.

Pero esta historia no tiene lugar ahí, sino mucho tiempo atrás, en el antiguo Teocalhueyacán, una localidad otomí que se encuentra a tres kilómetros al oeste de Tlalnepantla. En ese lugar, los sacerdotes franciscanos construyeron un templo dedicado a San Lorenzo sobre los vestigios de un templo dedicado a teocalli. Incluso utilizaron los mismos materiales con los que se había construido este. En esta nueva construcción se reunían todas las personas del pueblo para rezar y encomendarse a Dios. Una noche, luego de tantas visitas cristianas, el suelo en el que estaba la iglesia se hundió y toda la estructura se vino abajo.

Las personas sintieron miedo porque entendieron esto como un mal augurio, como un castigo divino o mágico. Entonces, en lugar de reconstruir el templo, decidieron seguir haciendo sus oraciones en el templo de Tlanepantla, conocido como Corpus Christi. No obstante, pese a la superstición, decidieron erigir otra nueva estructura debido al largo viaje que tenían que hacer. De esta manera, levantaron una iglesia dedicada a San Andrés Apóstol cerca en Atenco, cerca al río, la cual sigue en pie desde su inauguración; mientras que el templo de Tlanepantla sufrió el incendio antes mencionado. Ante esto, las personas tuvieron varios interrogantes: ¿el Señor de las Ampollas había protegido el nuevo templo en Atenco de cualquier maldición con la visita de las personas? ¿Las personas habían llevado el maleficio desde Teocalhueyacán a Tlanepantla y por eso el convento se incendió?

Daniel Collazos

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