Leyenda de la abeja castigada, narración española.

Cuenta la leyenda que después de que Dios creara a todos los animales y decidiera cual era el lugar de estos en la tierra, quiso regalarle a cada uno un último don, por lo cual los convocó a todos en su presencia. Una vez estuvieron reunidos les dijo:

Os he creado y dado numerosas cualidades, las cuales me han parecido buenas para la vida que llevaran a partir de ahora, aun así, quiero daros una última gracia a cada uno. Pidan aquello que quieran y yo se los daré.

Sus palabras llenaron de alegría a los animales, los cuales entusiasmados pidieron ante Dios lo que mas querían. El león pidió una espesa melena, el conejo quería unas largas orejas que se movieran, el oso pidió que se le dejara dormir todo el invierno, la jirafa quiso un cuello largo, el perro pidió que se le permitiera ser el amigo del hombre y el canario quería cantar bellamente. Todos los que pidieron fueron escuchados; creyendo que había terminado su labor, Dios iba retirarse, pero la abeja enfadada le zumbó y dijo: Señor, aún falto yo.

Dios le contestó: ¿Qué es los que deseas, abeja? Te he dado numerosas cualidades, puedes ver los colores, vuelas, te entiendes con tus compañeras y fabricas una deliciosa miel, pero si crees que falta algo, te lo daré.  A lo que la abeja respondió: Señor tu dijiste que nos concederías una gracia y yo quiero que los hombres no puedan robar mi miel, por lo cual quiero que me des un arma para herir a cualquiera que quiera robarla. El señor algo consternado comentó a la abeja que la miel era suficiente para ambos, podía compartirla sin causar daño alguno, pero la abeja se negó.

Entonces , Dios dijo: Tendrás como arma un aguijón, con el cual protegerás tu miel, pero como castigo por tu mala voluntad, cuando lo uses en un ser vivo, morirás. Desde entonces cada vez que una abeja clava su aguijón en el cuerpo de otro ser vivo, esta muere.