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Las Criptas de Kaua

La leyenda de las criptas de Kaua

Según cuentan, en la localidad de Valladolid, al sur de la ciudad de Kaua, hay unas criptas subterráneas con amplias galerías, conformando un terrible laberinto. Su tamaño es tal y sus caminos tan diversos, que nadie puede asegurar que las ha recorrido completamente. Lo que sí aseguran varias personas con ascendencia indígena, es que pueden oír de entre las paredes una voz que les habla en su lengua aborigen. Esta pregunta si le quieren, a lo cual se debe responder que tanto como las plantas quieren el sol y el agua del roció, tanto como las aves quieren los primeros rayos matutinos. De esta manera, la voz desencadenará el siguiente relato.

Tiempo atrás, vivía entre la corte de los Chichen un sacerdote de nombre H’Kinxoc, padre de una hermosa doncella. Esta se llamaba Oyomal, que se traduce de su lengua como “timidez” o “tímida”. Dada su prestigio y belleza, muchos hombres la pretendían; y ella los trataba a todos con amabilidad y si ninguna preferencia especial por ninguno

. Entre estos pretendientes se encontraban Ac y Cay, dos hermanos y príncipes. El amor que sentían por la pretendida era tal, que olvidaron el amor que se tenían el uno al otro y pronto se hicieron enemigos a muerte. H’Kinxoc, temiendo que estallara una guerra civil entre los dos hermanos si su hija prefiriera a uno y despreciara al otro, suplicó a los dioses que detuvieran el conflicto inminente, que hicieran algo. Sin embargo, los planes de Yacinah, el dios del amor, eran otros. Así, Oyomal terminó seducida ante la valentía y los poemas de Cay.

El otro hermano, Ac, furioso por la suerte de su rival, reunió su ejército y lo envió a secuestrar a Cay. Sus hombres llegaron cuando el otro le estaba jurando su amor a Oyomal, así que lo encarcelaron en Kaua mientras su amada fue hecha prisionera en Chichen Itzá junto a otras vírgenes. Entre tanto, H’Kinxoc fue encerrado también dentro del santuario de Mutul

. Siendo prisionera, Oyomal recibió todos los días la visita de Ac, quien todavía intentaba cortejarla. Pero la mente y el corazón de la mujer no estaban en este mundo, sino en el pasado, recordando la pregunta de su verdadero amado: «¿me quieres?». Por su parte, Cay se encontraba en su celda pensando, a su vez, en la respuesta que ella debería haber dado: «tanto como las plantas quieren el sol y el agua del roció, tanto como las aves quieren los primeros rayos matutinos».

Así, un buen día Cay tuvo la idea de construir un túnel subterráneo que lo llevara desde su celda hasta la celda de su amada. Pese al esfuerzo descomunal que suponía, el amor que sentía hacia ella le dio fuerzas para terminar el túnel y llegar hasta Oyomal. Entonces esta oyó desde la tierra las palabras que tantas veces se había repetido en mente: «¿me quieres?». De esta manera, los dos amantes pudieron reunirse por fin. Pero suerte no estaba del lado de su amor, y en ese mismo instante entró Ac. Al ver que su hermano estaba en la celda de su prisionera, envió a sus guerreros para que lo capturaran y lo asesinaran. Cay tomó entre sus brazos a Oyomal y condujo a través del túnel que había construido. Ac los persiguió junto a sus hombres y finalmente les alcanzó, dándoles muerte dentro del mismo túnel. Es por esta razón que todavía pueden escucharse sus frases entre la cripta, pues perdurarán para siempre.