La leyenda de La Madremonte 

La Madremonte es un relato propio de Colombia, especialmente las zonas selváticas y zonas con grandes ríos. Usualmente es vista por campesinos y leñadores, comentan que es una señora corpulenta, elegante, vestida de hojas frescas y musgo verde, además porta un sombrero cubierto de hojas y plumas verdes. El sombre es tan grande y espeso que no permite que su rostro sea expuesto. Muchas personas oyen sus fuertes gritos y gruñidos en noches oscuras y de tempestad peligrosa.

Algunos pobladores la han visto en lugares enmarañados, tupidos de árboles frondosos, alejada del ruido de la civilización y rodeada de animales salvajes. Muchos han asegurado que cuando los ríos se desbordan es porque la madremonte se ha bañado en las cabeceras de los ríos, estos se enturbian y se desbordan. Esta mujer persigue y ajusticia las personas que pretenden adueñarse del rio, también a los esposos infieles y a los vagabundos. Envía plagas a los ganados de los propietarios que usurpan terrenos ajenos. A los que andan en malos pasos, les hace perder en la selva ya que desdibuja el camino con juncos y arbustos.

Para evitar ser sorprendido por esta dueña del monte es necesario fumar tabaco mientras transitas por la zona y amarrarse un bejuco a la cintura. Otras personas llevan pepas de cabalonga en el bolsillo o una vara recién cortada de cordoncillo de guayacán. Las personas más creyentes cargan escapularios y medallas benditas y se encomiendan a San Isidro Labrador, abogado de los montes y de los aserríos.

Esta leyenda tiene también existencia en Brasil, Argentina y Paraguay, aunque se nombra: Madreselva, Fantasma del monte y Madre de los cerros, respectivamente.

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