Leyenda de la Cueva de Salamanca, narración de Salamanca, España.

La cueva de Salamanca es uno de los lugares más emblemáticos y mágicos de Salamanca. Está situada en la Plaza de Carvajal sobre la antigua Iglesia de San Cebrián, a través de esta se puede acceder a la Torre del Marqués de Villena, conocido por hacer parte de la leyenda que tiene lugar en la cueva. En el medioevo la cueva fue el lugar de reunión y prácticas de maestros y aprendices de las artes mágicas.  Según cuenta la leyenda el mismo Diablo, vestido de sacristán impartía clases a siete alumnos en la cueva.

Origen

Esta leyenda está basada en las clases que impartía Clemente Potosí, párroco de la iglesia en la sacristía, el cual fue identificado con el Diablo. Según cuenta los relatos este dictaba lecciones de astrología, hidromancia, quiromancia, geomancia y piromancia, a diversos alumnos con el objetivo de prepararlos en las artes adivinatorias. Los alumnos que asistían a tales clases nunca mencionaban lo que el párroco decía ni lo que hacían en sus clases, lo cual fomentó la aparición de rumores y la leyenda que tiene lugar en la cueva.

Leyenda

Cuenta la leyenda que en la cueva Satanás, bajo la apariencia de un sacristán, impartía clases sobre ciencias ocultas, adivinación, astrología y magia a siete alumnos durante siete años. Al terminar este periodo, uno de los alumnos debía quedarse de por vida en la cueva al servicio del demonio. Entre los alumnos más celebres del sacristán estaba Enrique de Aragón, marqués de Villena.

Según la leyenda los alumnos pagaban por las clases recibidas siguiendo un peculiar método, cada año se sorteaba que alumno debía pagar por todos, si la persona asignada no podía pagar, debía quedarse encerrado en la cueva. Cierto año la persona escogida fue el marqués de Villena, quien por ese entonces se encontraba estudiando en la universidad.

Al no tener dinero para pagar la cuota establecida, el marques se vio forzado a quedarse encerrado en la cueva. Durante su encierro ideó un plan para escapar de la cueva, este consistía en esconderse en el interior de una tinaja, la cual estaba cubierta por diversos objetos que se iban acumulando. Cuando el sacristán volvió a la cueva encontró la tina vacía, por lo que salió rápidamente de la cueva dejando la puerta abierta, situación que fue aprovechada por el joven. El marqués salió de la cueva y se dirigió hacia la iglesia, donde se ocultó toda la noche. En la mañana salió del recinto libre de su condena.

La historia sobre el demonio vestido de sacristán ha sido tenida en cuenta por diversos escritores, tales como Miguel de Cervantes, Calderón de la Barca, Escilla, Torres Villarroel, Feijoo y Botello de Moraes, entre otros.