Leyenda El venado de oro

Producto de la leyenda de El Dorado y las ansias de obtener grandes riquezas de la comunidad Muisca, llega a la zona de Bogotá Diego Barreto, quien se enamoró de la hija de un comerciante. El extranjero decidió llevarle una serenata a su casa, pero el padre de la joven salió a enfrentarlo con un sable, lo que desató un fuerte conflicto. El comerciante resultó gravemente herido y Barreto, convencido de que había matado a su suegro, huyó por el cerro de Guadalupe y se adentró en el monte. Así que, se ocultó en la primera cueva que encontró.

En ese momento, el portugués encontró un venado de oro de tamaño natural. Barreto emocionado pero asustado sabía que no podría llevarlo fácilmente y menos si lo buscaban por un asesinato. Por eso, sólo tomó los cuernos del animal y enterró un sable en la tierra para demarcar el sitio donde había dejado el resto. Para salvar su vida tuvo que huir de esa región y cuatro años después regresó con la idea de recuperar el tesoro escondido. Estaba convencido de que nadie se acordaría del fatal episodio que lo había obligado a huir. Sin embargo, el comerciante había sobrevivido y cuando lo reconoció le disparó. El portugués murió sin dejar ni una pista sobre la ubicación de la escultura de oro.

Años siguientes

Con el crecimiento de Bogotá, el lugar fue explotado para extraer material de construcción, hasta que el presidente Laureano Gómez, maravillado por la vista abrió una hostería, lo que hizo de la zona un lugar concurrido por turistas nacionales y extranjeros. En el año 2012 se adelantó un proyecto para recuperar esta zona y se abrió un sendero ecológico, que denominaron el Sendero del Venado de Oro.