La leyenda del Señor de la Santa Veracruz

Según cuenta Miguel Salinas en sus escritos, los cuales luego fueron recogidos por Gustavo G. Velázquez, poco tiempo después de que se fundara la ciudad de Toluca, dos muchachos llegaron a la casa de un noble con la hermosa figura de un Cristo. Luego de cambiar impresiones, los mancebos sólo le pidieron treinta pesos por la efigie, por lo cual el noble pensó que era un precio muy bajo por una escultura tan bien lograda. Entonces les dijo a los vendedores que esperaran en la puerta mientras iba por las monedas. Al volver con el dinero en la mano, descubrió que los dos jóvenes habían desaparecido y que el cristo estaba en el suelo. Maravillado con la situación, tomó la imagen y se la llevó al párroco de la ciudad, quien no dudó en ponerla dentro del altar mayor de su parroquia.

Según rezan los documentos de la época correspondiente, la Iglesia de Santa Veracruz comenzó a ser construida el 13 de diciembre de 1733 bajo la dirección de don Bernardo Serrano, mayordomo de la entonces cofradía de Veracruz

. Sin embargo, la construcción se vio entorpecida por un problema entre la cofradía y los franciscanos, quienes tenían un convento en el lugar donde se estaba erigiendo la iglesia. Los seculares de la cofradía querían los derechos de administración parroquial de la ciudad de Toluca que tenían los franciscanos, pero estos no querían entregarlos, por lo cual les pidieron a sus rivales que mostraran la cédula donde se certificaba que la construcción de la iglesia era legal. Como los seculares no pudieron conseguir la certificación, pues el templo se estaba construyendo sin la autorización del rey, Don Bernando Serrano, uno de los hombres más adinerados de todo el Valle de Toluca, mandó a Pablo Arce, un sobrino suyo, que viajara a España y consiguiera el famoso permiso. Como este tuvo éxito y consiguió el papeleo necesario, la Iglesia de Santa Veracruz pudo ser terminada finalmente. De tal manera que esta funcionó como entrada al convento de los franciscanos durante varios años.

Cuando la Iglesia estuvo erigida, la cofradía quiso trasladar la imagen milagrosa a su interior; pero los frailes de la parroquia en la que estaba se negaron rotundamente. De esta manera, los problemas entre cófrades y franciscanos volvieron a encenderse. A tal punto que el corregidor de la ciudad ordenó el 30 de diciembre de 1796 que la Iglesia fuera cerrada, pues él apoyaba a los franciscanos. No obstante, la gente de la ciudad estaba a favor del templo porque había contribuido en su construcción, por lo cual pidieron ayuda al virrey. Viendo que la gran mayoría de la población bajo su cargo apoyaba el funcionamiento del nuevo templo, el virrey falló a favor de los cófrades. De este entonces, se siguieron bajos padres seculares, siendo el último de estos don Ignacio Juan Manuel Escudero, originario de Toluca.

Sin embargo, otros autores y otras voces señalan que el origen del Señor de la Santa Veracruz tiene orígenes prehispánicos y que su culto responde al culto del dios Opochtli, razón por la cual el Cristo es negro

. De tal manera que su lugar dentro de la parroquia fue pedido por nativos y vecinos de la región, quienes poco a poco fueron olvidando el sincretismo que guardaba la imagen con el paso de los años. En la actualidad, el Cristo Negro de la Santa Veracruz ya no se encuentran en el centro de importancia del templo, y en su lugar es más notable el reloj. Este artefacto fue propiedad de los Carmelitas del Santo Desierto, allá en Tenancingo, y luego trasladado a Tlalpan y más tarde a Toluca.