El mito huichol del maíz

Según los huicholes, conocidos en su propia lengua como wixáricas o wixárikas, una comunidad indígena que vive en Nayarit, México, hace mucho tiempo, cuando los españoles todavía no habían llegado a América, su comunidad estaba aburrida de comer todo el tiempo lo mismo. Estaban deseosos de tener una bebida que pudiera cambiar cada día. Así, enterado de este deseo, un joven huichol les habló del maíz, del que, según había escuchado, podían hacerse tortillas, guisos y sopa. Sin embargo, este alimento se encontraba muy lejos de donde estaban, al otro lado de la montaña en la que vivía. Por esta razón, los huicholes se desanimaron a buscar el maíz; y el joven salió de su pueblo para caminar por entre el campo y pensar cómo obtenerlo para su tribu. Estando en estas, se encontró con una fila de hormigas, famosas por ser las guardianas del maíz. Así que decidió seguirlas.

Luego de andar un buen rato siguiendo las hormigas, el joven se sintió cansado y se quedó dormido en la mitad del campo. Las hormigas entonces se comieron su vestimenta y lo dejaron solamente con su arco y sus flechas. Al poco tiempo, el joven se despertó desnudo y con hambre. Lamentándose de su viaje, agarró su arma y oteó el paisaje en busca de algo que pudiera cazar. Así descubrió un pájaro en la cima de un árbol, el cual, cuando se vio apuntado, lo insultó de múltiples formas, pues no era un ave cualquiera sino el padre del maíz. Cuando el joven bajó su arma, el pájaro lo invitó su hogar, donde le prometió que encontraría eso que tanto buscaba. El joven fue y descubrió ahí a las cinco hermosas hijas de su anfitrión: la mazorca azul, la mazorca amarilla, la mazorca blanca, la mazorca negra y la mazorca roja.

Luego de estar en la casa del padre del maíz y de conocer a sus hijas, el joven se enamoró de la mazorca azul y volvió con ella al pueblo. Dado que no tenían una casa donde quedarse, pasaron las noches en un templo construido en honor a los dioses. Este lugar amanecía cada día lleno de mazorcas por todos lados. Entonces la gente comenzó a ir al templo para tomar este alimento, el cual les regalaba la mazorca azul. Con el tiempo, esta le enseñó a su esposo cómo cultivar el maíz y cómo cocinarlo de múltiples formas. Por su gran sabor y abundancia, varios animales quisieron robar el maíz. Así que la mazorca les enseñó a las personas que debían encender hogueras para asustar a las bestias. Finalmente, cuando la mazorca vio que su labor estaba cumplida, se molió a sí misma y así creó el atole, una deliciosa bebida caliente hecha con harina de maíz.