La leyenda de doña Beatriz

Cuentan los ancianos, que en la ciudad de México vivía una bella joven que se llamaba Beatriz. Por su belleza, contaba con un gran número de admiradores, entre los cuales se encontraban algunos de los personajes más distinguidos de la nobleza mexicana y de la Nueva España. No obstante, su corazón era frío y rechazaba las insinuaciones y cuidados de todos los hombres que se le acercaban. De esta manera, pasó varios años de su vida disfrutando de su soledad, aunque un buen día, finalmente se enamoró de alguien. Se trataba de Don Martín Scípoli, un joven italiano que había conocido en un baile de la embajada de Italia. Por su parte, el joven, que contaba con una ascendencia noble, también se enamoró de ella. Así comenzaron una vida junto.

No obstante, pese a la felicidad que los embargaba, Don Martín se sentía inseguro al lado de Doña Beatriz y todo el tiempo estaba peleándose con sus pretendientes. La mujer entonces se sintió apenada y sospechó que el italiano sólo la quería por su belleza física, por lo que, tal vez, la olvidaría cuando pasara el tiempo y se hiciera mayor. Dado que se la pasaba cavilando sobre este asunto, Beatriz comenzó a tener una vida llena de amargura y zozobra. Entonces decidió poner a prueba el amor de su prometido. Aprovechando que su padre estaba de viaje, y despidiendo a todo el servicio de su casa, prendió un brasero y, luego de rezarle a Santa Lucía para que le otorgara la fuerza suficiente para hacerlo, sumergió su rostro entre las llamas y los carbones calientes.

Al poco tiempo, Don Martín recibió un mensaje de su amada: quería verlo en su casa. Este llegó rápidamente al domicilio de Doña Beatriz y encontró que tenía la cara cubierta con una venda. Luego de removerla poco a poco, se dio cuenta de que tenía el rostro desfigurado por las brasas

. A través de sus heridas, sólo seguían siendo hermosos sus ojos, que brillaban con fuerza. Don Martín primero sintió horror al verla en ese estado, pero inmediatamente la abrazó porque la amaba verdaderamente. Así, se casaron al poco tiempo y pasaron el resto de su vida juntos y felices, sin angustias ni penas.