La crónica de Chac Xulub Chen

Chac Xulub Chen fue una de las principales ciudades mayas de la época prehispánica y colonial. Este es el nombre también de una de las crónicas mayas que sobrevivieron hasta nuestros tiempos, en la cual se narra cómo sucedió la conquista española desde la mirada de los nativos. Por esta razón, se trata de un texto de vital importancia, pues los conquistadores entraron en Mesoamérica quemando todos los códices y documentos que contenían información sobre el pasado y la cultura de las civilizaciones que sometieron. Así pues, la crónica narra los hechos ocurridos entre 1511 y 1562, cuando se realizaron las expediciones de Francisco Hernández de Córdoba, Juan de Grijalva y Hernán Cortés en la península de Yucatán. El documento fue propiedad de Juan Pío Pérez y sirvió para editar el Códice Troano, de Brassuer de Bourbourg, y el libro The Maya Chronicles, de Daniel G. Brinton. Finalmente, luego de que la crónica fuera estudiada por Héctor Pérez Martínez, fue publicada en 1939 por Agustín Yáñez en sus Crónicas de la Conquista, editada por la editorial de la Universidad Nacional Autónoma (UNAM).

Según narra la crónica, los españoles llegaron a la ciudad de T-Hó durante la quinta división del Katún II Ahau (1511), cuando gobernaba Nakuk Pech gobernaba sobre Maxtunil, dividida en las provincias de Chichinica y Chac Xulub Chen. Este monarca era hijo de Ah Kom Pech, de la población e Xulkúm Cheel, y el cargo le había sido otorgado por Ah Nahum Pech, señor de Motul

. En 1519, los habitantes de Chac Xulub Chen recibieron a los españoles, dirigidos por un tal “Adelantado” con palabras de paz y grandes banquetes para que estuvieran contentos, pero estos se extendieron por Maxtunil y la ocuparon por año y medio. Luego se asentaron en Ixkakuk, donde fueron atacados por los cupules; después se asentaron en Ecab-Kantenenkín, donde fueron atacados por los Ecab; y más tarde se asentaron en Cauacá, Dzekóm y Tixcuumcuuc. Luego viajaron hasta Tinún y después a Chichén Itzá, donde conocieron al rey Cocom Aun Pech, Namox Cheel, quien los hospedó en casas de escaleras.

Luego los españoles estuvieron alrededor de seis años en Campotón antes de partir a Campeche. Estando aquí, los extranjeros pidieron por primera vez un tributo. Las personas de Chac Xulub Chen, entre las que se encontraba el narrador de esta crónica, Nakuk Pech, les llevaron alimentos en abundancia, por lo cual los españoles les dieron capas, sombreros y abrigos. Más tarde, asentados en la ciudad de Dzibilkal, los españoles pidieron tributo por segunda vez. Así recibieron alimentos deliciosos, miel y pavos silvestres. Corría el año de 1541 y a Yucatán ya habían llegado los conquistadores don Francisco de Montejo, don Francisco de Bracamonte, Juan de Pacheco y Perarberes, y Francisco Tamayo. Estos capitanes se asentaron en la ciudad de T-Hó, donde los recibió Adelantado y repartió las distintas ciudades mayas entre ellas. De tal manera que cada una tenía que pagar un tributo distinto, según las necesidades de los conquistadores. Luego de que Nakuk Pech fuera encargado de recoger los tributos de la región, lo bautizaron con el nombre de don Pablo Pech, con el cual lo llamaron desde aquel entonces. A partir de ahí, todos los antiguos gobernantes mayas fueron consagrados como hidalgos, y sus hijos tendrían el mismo cargo a lo largo de los años.

Pedro Pech, hijo de Nakuk Pech y Úrsula Pech, recibió la vara de hidalgo para enseñar la palabra del Señor en Chac Xulub Chen. Corría el año de 1552. Pedro Pech se enteró que su padre, Pablo Pech, hijo de Martín Pech, había escuchado, cuando todavía gobernaba la tierra aquella región habitaba por los mayas, que los españoles venían desde muy lejos y que estaban proliferando la religión cristiana. Entonces reunió a distintos pueblos y se lanzó a la guerra contra los extranjeros. Pero cuando los tuvo de frente, prefirió negociar con ellos y terminó dándoles sus tierras y convirtiéndose a su religión. Una comitiva formada por distintos príncipes nativos viajó hasta España para entrevistarse con el rey, quien ordenó que todos debían pagar tributo, sin importar su condición social. Y así volvieron estos junto con los españoles, quienes terminaron repartiéndose la tierra luego de tener varias guerras con los indígenas de Yucatán.

Para 1544, los españoles decidieron partir hacia el norte. Su expedición tuvo éxito fácilmente debido a que apresaron a Caamal de Sisal, un nativo que aprendió rápidamente el español y que terminó ayudándolos. Gracias a esto, lo convirtieron en príncipe de Sisal, en la región de Zací; y después lo bautizaron como don Juan Caamal de la Cruz, siendo el primer maya que adoró la cruz cristiana. Con la llegada de los franciscanos, comenzó la evangelización de Yucatán. Después, de esto, comenzaron a erigirse templos e iglesias en las ciudades, para que todos pudieran acudir a la palabra de Dios. De igual forma, trajeron órganos y otros instrumentos extraños para impartir las misas.

Daniel Collazos

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