Campana de Huesca (leyenda de España)

Con la muerte de Alfonso I el Batallador en 1134, el trono fue heredado por el reino de Aragón su hermano Ramiro II el Monje, obispo de Roda de Isábena. Aragón sufría por entonces diversos problemas internos y externos. En este territorio era común la desobediencia de los nobles, el abad de San Ponce de Tomeras, aconsejó que Ramiro II llamara a los principales nobles para que vinieran a Huesca

, con la excusa de hacer una campana que se oyera en todo el reino. Una vez allí, A los rebeldes los hizo entrar de uno en uno en la sala y fue decapitándolos según iban entrando, castigó dicha desobediencia y advirtió a los demás nobles.

Los cuerpos sin vida fueron dispuestos en un círculo y la del obispo de Jaca, el más rebelde, la colocó en el centro como badajo. Luego dejó entrar a los demás para que escarmentaran.

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Se dice que, en el Museo Provincial de Huesca, está la sala donde ocurrieron los hechos.